Algo cohesiona este poderoso artefacto literario: la voz de una mujer sin nombre acompaña al lector a lo largo de una narrativa de saltos y fugas que combina realidad y ficción, historia y memoria, palabra e imágenes. Con algo de Pessoa y Calvino, de Sebald y Eliot, de Bernhard y Baudelaire, las historias y personajes de Leica Format parecen jugar a cruzarse y huir, tratan de contarnos una historia global a golpe de anécdota y recuerdo. Porque ese es el gran tema que subyace en toda la obra de la gran autora croata: la memoria y su poder para sacar del anonimato a las víctimas inocentes de los abusos de la historia. La memoria como método para frenar el gran mal que vivió la propia Daša Drndić en su vida (abandonó la antigua Yugoslavia tras la guerra, huyendo de los nacionalismos) y la Europa del siglo XX y, por desgracia, la actual: el fascismo. Porque, como declarase la autora en una entrevista a The Paris Review, “No hay pequeños fascismos, no hay pequeños nazismos benignos. De eso es de lo que trato de hablar en mis libros, de la importancia de recordar”.
La lectura de Drndić (te contamos más cosas sobre esta joya en nuestro dossier de prensa) no es una experiencia fácil: los temas que trata generan incomodidad, hurgan en la herida, nos golpean en el estómago. Pero, como dijo Parul Sehgal en The New York Times, “sus libros son artilugios destinados a producir una serie de respuestas psicológicas y somáticas en sus lectores. En resumen: pánico, lástima, vergüenza, náuseas, euforia y, a continuación, el desconcertante deseo de volver a experimentar estas mismas emociones”. Volvemos y volveremos a leer a Daša Drndić, esta vez, en la novela donde según el politólogo, traductor especializado en los Balcanes y autor del prólogo de Leica Format, Miguel Roán, Drndić “desnuda su esqueleto ideológico, creativo y estilístico. Su novela más completa o totalizadora en este sentido, en la medida en que sirve como muestrario de sus motivaciones principales”. |
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