Adam Zagajewski (Lvov, actualmente Ucrania, 1945 - Cracovia, 2021), fue uno de los autores más respetados de la literatura polaca contemporánea y uno de los más grandes poetas europeos. Adscrito a la contestataria Generación del 68, sus poemas luminosos, sencillos y profundamente bellos, confirman, tal como declaró el jurado que le concedió el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2017, el sentido ético de su literatura.
El humanismo, la nostalgia y las «huellas sensibles» de las ciudades en las que vivió–como señaló Mercedes Monmany–, juntamente con su profunda vocación europea, fueron algunos de sus grandes temas artísticos. Tal como dijo al recibir el Premio Princesa de Asturias, Zagajewski entendía la poesía como aquello que surge de la mente y el corazón y que no se puede prever ni planear: «debatimos sobre las clases y capas sociales, pero en el día de cada día no vivimos en la colectividad, sino en la soledad. No sabemos qué hacer con un momento epifánico, no somos capaces de preservarlo».
Adam Zagajewski fue un hombre extraordinario, sabio y de sensibilidad refinada, cualidades que su obra, tanto en verso como en prosa, reflejaban. Su pérdida deja un vacío dificil de remplazar, porque el mundo, más que nunca, necesita poetas como él, que nos acerquen a la belleza y nos recuerden el camino.
Además del Premio Princesa de Asturias, obtuvo los premios Kurt Tucholsky (1985), PEN Club de Francia (1987), Vilenica (1996), Tranströmer (2000), el que concede la Fundación Literaria Konrad Adenauer (2002), el Premio Neustadt de Poesía 2004 y el Premio Europeo de Poesía 2010. En Acantilado publicamos sus libros de poesía Tierra del fuego (2004), Deseo (2005), Antenas (2007), Mano invisible (2012) y Asimetría (2017); los ensayos Dos ciudades (2006), En defensa del fervor (2005), Solidaridad y soledad (2010) y Releer a Rilke (2017); así como su peculiar autobiografía Una leve exageración (2019). |
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