En El color de tu nombre, Ara de Haro novela la biografía de la pintora estadounidense
LEE KRASNER NO FUE (SOLO) LA MUJER DE JACKSON POLLOCK
Dice Ara de Haro que "nunca se sabe lo que pasa en la cama de dos amantes". Si lo trasladamos a una pareja de artistas, en un momento cultural en el que ambos están inmersos en una generación que gesta un nuevo estilo, compartiendo tiempo, espacio y estudio, la frase resultante bien podría ser: "nunca se sabe lo que pasa entre dos artistas que pintan en la misma casa".
Es por eso por lo que ella ha optado por ofrecer una versión hipotética de la intimidad compartida por Lee Krasner y Jackson Pollock. "He dado mucho margen a la ficción. Para mí, lo importante es la idea de Krasner, el arquetipo que representa, como una Medea o una Fedra de la pintura, un mito clásico, pero en una versión distinta, moderna, contemporánea. Una nueva vuelta de tuerca al tema de la mujer fuerte, que ama en medio de la tormenta e intenta, dramáticamente, salvar a su amado y a su arte a la vez. Y por arte ha de entenderse también su propia identidad".
Cuenta la autora que la idea de convertir a Lee Krasner en Kay Storm, la protagonista de El color de tu nombre, no fue una decisión consciente. "Krasner siempre me ha fascinado: una mujer de fuerte personalidad y vocación inquebrantable. Pintora hasta la medula. Pintora en medio de las circunstancias más difíciles y, por si fuera poco, pintora casada con alguien tan fascinante, sí, pero también tan complejo e inestable como Pollock. Y siempre sin dejar de pintar", asegura. "A pesar de llevar sobre sí la carga aplastante del genio de él, de las humillaciones de la gente que la ninguneaba como artista, de las borracheras, de las infidelidades, ella siempre pintó en medio de la tormenta, en medio de ese mar de pintura".
A su juicio, el mayor lastre de Krasner fue ser mujer pintora en una época todavía "extraordinariamente misógina". "En cuanto a ser pareja de Pollock, opina que quizá otro tipo de persona, más mediocre, se habría podido beneficiar de esa atención mediática que él recibió. La mayor que había recibido un pintor norteamericano hasta entonces. Pero Krasner no lo hizo, lo que dice mucho de su fuerza y de su sentido de la dignidad personal y artística".
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