Este diario imaginario escrito por una mujer, Hippolyte, mezcla recuerdos de infancia, de amores, de viajes (notas muy personales y suntuosas sobre la India, Alemania, París, Venecia, Madrid). Autorretrato de una individualidad excepcional cuya existencia se extiende desde el nacimiento hasta la muerte, esos dos límites que, paradójicamente, abren el espacio infinito de una vida efímera. Tenebrosa memoria de la carne, fermento de corrupción inoculado por los recuerdos, Cada día es un árbol que cae es un monstruoso antifonario, libro de misa negra, diario íntimo de la maldición de vivir. A su muerte, el manuscrito fue encontrado por su secretaria. «Me hablaba de él, pero nunca me lo dejó leer.»
Los lectores que disfruten del estilo rico y suntuoso de Edgar Allan Poe, Lautréamont o del Marqués de Sade descubrirán en Gabrielle Wittkop una escritora asombrosa.
«Wittkop nos regala torrentes de palabras, descripciones, imágenes y sobre todo sensaciones. Juega con las referencias del lector y exige de él que pueda seguirle en el baile.» Laura Romea
«El autor de El necrófilo, tan exquisitamente aristocrático en su redacción y sintaxis, era demasiado libre como para constreñirse al protocolo. Sus comentarios hubieran incendiado el Twitter cada día. Bueno, más bien le hubieran cerrado la cuenta en pocas horas. De él debemos aprender, por encima de todo, que se dio el permiso más importante que debe concederse a sí mismo un autor. Escribir lo que le dé la gana. Como le dé la gana.» Martín Sacristán, web Lectoradicto
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