ERA TODO tan triste y tan absurdo. No vivías apenas. Te colgabas de la pared de la melancolía y veías pasar las lentas horas que hacia nada conducen y hacia nunca. Las mujeres te habían retirado su protección, los dioses su asistencia y la literatura su cobijo. Fueron tiempos difíciles aquellos. Junto a La caja de plata (1985) y El otro sueño (1987), El hacha y la rosa completa la trilogía de la claridad o, aún mejor, de la claridad feliz de Luis Alberto de Cuenca, pues aquí están algunos de sus poemas más alegres y desenfadados. Siguen presentes sus grandes héroes de la cultura pop, como Conan el Bárbaro o Jekyll y Hyde de Stevenson, pero tampoco renuncia aquí a su pasión por la cultura grecorromana, Marcel Schwob o Borges. En El hacha y la rosa hay un juego provocador contra lo políticamente correcto, un alegato descarado contra el tedio, lo cursi y la melancolía, en una radiografía de lo cotidiano que incluye algunos de sus versos más populares, como los de "El desayuno". |
No hay comentarios:
Publicar un comentario