Sobre el autor
Nacido en Buenos Aires en 1919, Juan Rodolfo Wilcock fue, como le definió una vez Bioy Casares, toda una constelación, pues cultivó con extraña originalidad y maestría todos los géneros literarios: la poesía; esporádicamente, el teatro; el ensayo y la crítica (escribía algunos artículos con pseudónimo, para polemizar consigo mismo en el mismo periódico y «sacarse la piel a tiras»). Pero, por encima de todo, fue en la prosa breve en donde alcanzó, como Marcel Schwob, su plenitud literaria, con un incomparable sentido de la ironía. También cabe destacar su abundante, variada y notable labor como traductor, con más de cuarenta libros, primero al español (Kerouac, T. S. Eliot, Marlowe, Kafka, Buzzati, entre otros) y más tarde, a partir de 1958 –año en que se traslada a Italia huyendo del peronismo–, con sus traducciones para las más prestigiosas editoriales transalpinas, nada menos que de Shakespeare, Flaubert, Joyce, Beckett o Borges, de quien fue amigo cercano en su etapa bonaerense. Así, se reinventa y en poco tiempo pasa a ser una de las figuras más originales de las letras italianas, apreciada por Moravia, Calvino y su posterior editor Roberto Calasso. En 1964, Pasolini le propone interpretar el papel de Caifás en su película El Evangelio según san Mateo, y Wilcock acepta, consumando así otra faceta más de su poliédrica vida, cuyo telón cayó definitivamente en 1978.
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