Traducción de José Aníbal Campos
La historia de las civilizaciones parece mostrar que los seres humanos tenemos una clara preferencia por el calor y rehuimos el frío: el calor se asocia con la vida, mientras que el frío parece unido a la muerte; la primavera es la época del florecimiento; el verano, de la maduración; y el otoño, el melancólico presagio de los arduos meses en que todo muere o aguarda dormido una nueva primavera. Pero existen culturas que han prosperado en condiciones de frío extremo, tan exóticas, ricas y fascinantes como las del trópico. A ellas está dedicado este libro, donde se considera el invierno desde múltiples perspectivas—histórica, biológica, antropológica—y se compendian algunas de sus voluptuosidades, como el enorme placer de deslizarse en esquís sobre una pendiente de nieve virgen, o el de descubrir una cabaña humeante, como una isla en mitad del mar de nieve. Bernd Brunner captura la esencia de una estación, más preciosa aún en la era del cambio climático, que es posible amar pese a sus rigores.
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