Llamarse Luce no es nada fácil, sobre todo si tu carácter no es precisamente el más luminoso. Pero peor aún es apellidarse Di Notte, una de las muchas bromas del calamidad de su padre. Si además vives en Nápoles e ir a trabajar en Vespa se convierte cada día en una aventura; si eres abogada, licenciada cum laude, pero en la oficina solo te encargas del papeleo; y si tu familia es un desastre… Es comprensible que, de vez en cuando, se te inflen un poco las narices.
Pelo de chico, vaqueros y botas militares, Luce es una joven honesta y luchadora, presa de una realidad compuesta por una madre intolerante e infeliz, su enamoramiento por un Peter Pan capullo, y un trabajo que no le satisface. Como único consuelo le quedan sus paseos con su perro Alleria, su único y verdadero confidente; y las charlas con su viejo vecino don Vittorio, un músico filósofo en silla de ruedas.
Hasta que, un día, a Luce le asignan el juicio por la custodia de un menor. De pronto, en su vida aparecen un niño sabio muy especial, un artista callejero y trotamundos, y una golondrina que no parece tener ninguna intención de migrar.
El juicio esconde muchas sombras, pero quizá sea la oportunidad para deshacer los nudos del pasado y para poner orden en la cabezota de Luce. Y también para resolver una duda: ¿marcharse, como hicieron su padre, su hermano y cualquiera que haya seguido el impulso de despegar; o quedarse y buscar la felicidad en su pedacito de mundo?
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