jonathan shaw
Narcisa
Traducción de Rubén Martín Giráldez
Introducción de Lydia Lunch
Introducción de Lydia Lunch
Narcisa: Nuestra Señora de las Cenizas, la primera novela del legendario tatuador
Jonathan Shaw, vio la luz en 2008, en una pequeña editorial independiente de
los Estados Unidos. El libro agotó su tirada inicial a las pocas semanas y
obtuvo comentarios muy entusiastas de figuras como Robert Crumb, Hubert Selby
Jr., Jim Jarmusch, Iggy Pop, Marilyn Manson o Johnny Depp, convirtiéndose en un
clásico underground. Coincidiendo
con su reedición americana, Sexto Piso publica esta obra por primera vez en
español.
Inscrita en la tradición de Henry Miller, Jack Kerouac o William Burroughs, Narcisa cuenta la destructiva historia de amor-adicción entre Cigano, expresidiario y yonqui rehabilitado, y Narcisa, una jovencísima e impetuosa prostituta brasileña. Pero muy pronto quedará al descubierto una diferencia esencial que marcará el prolongado y agónico no future de esta relación enfermiza: Cigano está enganchado a Narcisa y Narcisa está enganchada al crack. Ésta es, en pocas palabras, la irresoluble ecuación que hace de estas páginas un lodazal de sexo, autodestrucción y nihilismo, un ciclo viciado de culpa y expiación (en el que las almas arden en el fuego de la carne y viceversa) magníficamente narrado por Shaw, con un Río de Janeiro violento y deslumbrante como escenario fantasmagórico, casi ultramundano, por el que esta pareja pasea su pasión corrosiva y sin futuro. Intensa como una alucinación, como las llamas del infierno, la novela despide la negra melancolía de los sueños malditos, de todos aquellos paraísos que nacen devastados.
Inscrita en la tradición de Henry Miller, Jack Kerouac o William Burroughs, Narcisa cuenta la destructiva historia de amor-adicción entre Cigano, expresidiario y yonqui rehabilitado, y Narcisa, una jovencísima e impetuosa prostituta brasileña. Pero muy pronto quedará al descubierto una diferencia esencial que marcará el prolongado y agónico no future de esta relación enfermiza: Cigano está enganchado a Narcisa y Narcisa está enganchada al crack. Ésta es, en pocas palabras, la irresoluble ecuación que hace de estas páginas un lodazal de sexo, autodestrucción y nihilismo, un ciclo viciado de culpa y expiación (en el que las almas arden en el fuego de la carne y viceversa) magníficamente narrado por Shaw, con un Río de Janeiro violento y deslumbrante como escenario fantasmagórico, casi ultramundano, por el que esta pareja pasea su pasión corrosiva y sin futuro. Intensa como una alucinación, como las llamas del infierno, la novela despide la negra melancolía de los sueños malditos, de todos aquellos paraísos que nacen devastados.
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