ÁTICOS
Y VIENTO
Autor: José Rasero Balón
Editorial: Ediciones Mayi
Nº de páginas: 242
por
Eduardo Cruz Acillona
“Todo
empezó con un número equivocado, el teléfono sonando tres veces en la quietud
de la noche y la voz en el otro extremo preguntando por alguien que no era él.
Mucho después, cuando fuera capaz de pensar en las cosas que le habían
sucedido, llegaría a la conclusión de que nada fue real exceptuando la suerte”.
No, este no es el comienzo de la
novela de José Rasero. Es el arranque de La
ciudad de cristal, primera de las novelas que conforman la famosa Trilogía de Nueva York de Paul Auster.
Sin embargo, muchos son los paralelismos que se pueden establecer entre ambas
obras. A saber:
Cecilio Gelasio es un ladronzuelo de
poca monta, de los que equiparan el trapicheo a la supervivencia, que decidió
“buscarse la miseria a su manera” y que se autorretrata de manera tan original
como esta: “El éxito y el fracaso son dos impostores. Como yo”. Un músico de
jazz, eventual compañero suyo de piso, le encarga robar un exclusivo y valioso
instrumento, “un saxo plateado sin forma de saxo”, perteneciente a la colección
privada del detective Benito Bram. Una vez cobrada la pieza, y aún
celebrándolo, suena el teléfono en el ático del detective y Cecilio, en vez de marcharse,
descuelga. Y no sólo atiende la llamada sino que, suplantando la identidad del
que debería ser receptor de la misma, acepta el caso que la voz al otro lado de
la línea le propone. Todo por la pasta. Es a partir de ese momento cuando el
caos se convierte en verdadero protagonista de la novela. El impostado
detective se lanza sin red a desentrañar el caso para el que ha sido contratado
mientras que el verdadero detective se ve en la obligación de ponerse a
trabajar para descubrir al culpable del robo de su preciado tesoro musical.
A esta estrambótica situación de
continua persecución entre perro, gato y ratón ha de añadirse el ingrediente de
que la acción transcurre en la ciudad de Cádiz, allí donde es bien conocido que
el viento de levante, fuerte y racheado, produce irreparables secuelas en la
salud mental de quien a él se expone en demasía… Y es una ciudad de Cádiz que
vive un momento convulso, con manifestaciones que provocan algaradas, cortes de
avenidas y destrozos, lo que conlleva, irremediablemente, el incremento
exponencial del caos que ya de por sí presenta el escenario que hemos comentado
anteriormente.
José Rasero consigue en esta novela
mezclar con hábiles maneras los ineludibles ingredientes de una domestic noir al uso con la particularidad
de una ciudad como Cádiz, dotando a sus personajes de esa inimitable
personalidad tan propia de los descendientes de Hércules y de Teófila Martínez.
Mezcla con precisión y maestría la intriga y el misterio que se exige a este
tipo de narraciones con el humor callejero y carnavalesco de la zona, dotando a
la narración de un ritmo vivo y de agradable lectura, sin que el paralelismo y
la alternancia de las tramas existentes distraiga del argumento principal.
Quizás haya quien piense que peca el
autor de ahondar en exceso en detalles y guiños localistas. Podríamos admitirlo
si no pensáramos en Cádiz como un personaje más, al igual que Nueva York lo es
para Paul Auster, retratado con todas sus peculiaridades, sus matices, sus
contradicciones y su desbordante y exquisito bagaje. ¿Qué se puede esperar, si
no, de un personaje que cuenta con tres mil años de vida?...
Una vez
terminado Áticos y viento, el lector
no se quedará sólo con la sensación de haber finalizado una novela sino también
con el deseo de haber leído nada más que la primera parte de una futura
“Trilogía de Cai” al austeriano modo.
Ojalá así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario