Asunto: Presentación de Obras
(Relatos y poemas) de
Guillermo Osorio (Edición de Javier Barreiro).
Lugar: Librería Antígona, Calle Pedro Cerbuna, 25
Zaragoza
Fecha: miércoles, 15 de enero
2014
Hora: 19:45 H.
Intervendrán:
-Raúl Herrero: escritor y
editor
-Fermín Ezpeleta, profesor
y crítico literario
-Javier Barreiro: autor
-Luis Felipe Alegre, que
recitará algunos textos
Nota:
Guillermo Osorio ha trascendido fundamentalmente por lo pintoresco
de su alcohólica vida y como autor de extraordinarios sonetos de corte casi
quevedesco, que no vieron la luz en volumen hasta 1980, y de un puñado de
cuentos oníricos, que se mueven en las fronteras del absurdo, el delirium tremens y el humor.
Se recoge en este volumen la totalidad de la obra publicada por el
escritor conquense compuesta por dos libros de cuentos y tres muy breves
entregas poéticas. Sus 25 sonetos ostentan una límpida perfección
formal lo que unido a su equilibrio expresivo y sus hallazgos lingüísticos, que
nunca retuercen el sentido o la sintaxis, nos proporciona la inflexión justa de
la emoción con que están concebidos y transmiten de modo tan intenso. El
destino, la muerte, la condena fatal de la tristeza dan paso a un escepticismo
humanista que, si encuentra un atisbo de salvación, es en uno de los temas
eternos de la poesía: la integración con la naturaleza. Río de los peces y Guillermo Osorio 10 años después recogen poemas
dispersos y desiguales pero donde se puede encontrar la gracia alada y la
profusa melancolía que caracterizan al poeta de Cuenca.
Los cuentos de El bazar de
la niebla y el El perro azul parecen basarse en los agitados sueños
que, probablemente, le deparara el alcohol. Una situación cotidiana en la que,
de pronto e inesperadamente, aparece un elemento distorsionador de la realidad,
que da lugar a visiones entrecortadas en las que se alternan lo macabro y lo
ingenuo, lo horripilante y lo banal. Los símbolos de transformación junguianos
y la llamada literatura del absurdo, casi contemporánea a la vida literaria de
Guillermo, junto a algunas reminiscencias surrealistas, son los elementos que
aparecen más cercanos a estos relatos en los que una serie de acontecimientos inquietantes y,
a menudo, gratuitos, se suceden vertiginosamente como en los delirios febriles,
y alternan espanto y humor.
Guillermo Osorio
(Cuenca, 22-11-1918 / Madrid, 27-12-1982), escritor semisecreto, último de los
verdaderos bohemios, borracho inveterado del vino de las tabernas y personaje
angélico, las pocas y raras obras de este poeta y cuentista son casi
desconocidas. Tampoco sabemos mucho de los primeros años de su vida. Tras
estudiar en el Instituto de su ciudad, se vio arrebatado por la guerra y
adscrito a una unidad de tanques del ejército republicano, que lo marcó
decisivamente. Tras el paso por los campos de prisioneros franceses, volvió a
España, donde volvió a conocer la cárcel y el campo de concentración. Rechazado
por su ciudad, en 1950 hubo de instalarse Madrid y comenzó su vida peripatética
y deambulante de taberna en taberna, de tertulia en tertulia, al tiempo que
escribía impresionantes sonetos y un puñado de cuentos que hasta 1960 no pudo
recoger en libro, El bazar de la niebla.
Su ángel guardián fue una estrambótica poetisa y periodista, Adelaida Las
Santas, con la que casó en 1955, que le dio acogida y fue solucionando los
problemas cotidianos, a pesar de que él siempre siguió viviendo de noche y
jamás tuvo medios de vida.
Perteneciente
a la olvidada generación etílica del café Varela, donde estuvieron sus mejores
amigos (Manuel Alcántara, Eduardo Alonso, Manuel Martínez Remis, Alejandro
Carriedo…), que siempre lo recordaron como alguien entrañable, sólo se daría a
conocer en recitales conjuntos y revistas literarias de poca circulación. No
obstante, tras la edición de su primer libro de cuentos no volvió a publicar
hasta que su mujer fundara en 1980 la colección Aguacantos, destinada a acoger
la obra del poeta, que sólo vería publicados otros dos muy breves libros en
vida, Veinticinco sonetos y El perro azul. Cuentos (1981). Los
últimos, Río de los peces (1984) y Guillermo Osorio 10 años después (1993),
fueron publicados póstumamente.
A
finales de 1982 Guillermo Osorio moriría al caer sobre una estufa encendida,
tras sufrir un paro cardiaco. Manuel Alcántara escribiría en su necrológica:
“…pertenecía a otro lugar del que tenía permanente nostalgia; por no sé qué
azar afortunado, pasó su destierro entre nosotros (…) Es todo lo que sabemos de
él. Eso y que ha muerto, después de haber consumido gloriosamente algunas
cosechas de vino tinto y de haber escrito veintitantos sonetos prodigiosos”.
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