El cómic porno que hizo posible el underground.
Ni contienen textos sacros ni tuvieron nada que
ver con la ciudad mexicana, pero así son conocidas, “Las biblias de Tijuana”,
anónimos cómics porno que han pasado a los anales de la historieta ilustrada
como el claro precedente del tebeo alternativo: caldo de cultivo que hizo
posible el surgimiento de la iconoclasta revista Mad y los tebeos de
género. “Las biblias de Tijuana” son las madres del underground por
derecho propio. Se trata de historias de pocas viñetas de toscos guiones y sin
demasiada delicadeza gráfica. Sin embargo satisficieron las pulsiones de una
población doblegada por la Depresión, que devoraba los cuadernillos tan pronto
caían en sus manos. Ahora El Nadir ha reunido una parte de las biblias,
en una edición comentada bajo el título con el que se las conoció en su
momento.
En las desvergonzadas historias eróticas de las biblias,
se utilizaban como personajes, tanto a las rutilantes estrellas del mundo del
cine como Cary Grant, Joan Crawford o Mae West, como a los ya existentes en la
ficción: Popeye y sus compinches o Dick Tracy. Tampoco escapaban a su lúbrico
interés, tipos como Stalin, enredándolo en disparatados encuentros proletarios.
Y muy especialmente se sirvieron de las fantasías masculinas sobre los
vendedores a domicilio para relatar todo tipo de encuentros sexuales, en los
que el ama de casa era seducida sin remedio.
Homosexualidad, sadomasoquismo,
bestialismo, las transgresiones de las biblias no conocían límite. Sus
desconocidos autores se podían permitir todo tipo de libertades, ocultos tras
el anonimato. En 2009, el especialista Craig Yoe descubrió que Joe Shuster, creador
de Superman, era el autor de las ilustraciones sadomasoquistas de la
serie de cuadernillos Nights of Horror, aparecida a principios de los
50.
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