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Tras el éxito de crítica alcanzado con El centro de la tierra, de Pérez Domínguez, o la recuperación de la obra del genial Cunqueiro, la editorial andaluza enriquece su catálogo con obras de autores ya consagrados como Lugones y Pérez Estrada, o debutantes como Gual
22 de octubre de 2009. Corren buenos tiempos para los cuentos, al menos en Paréntesis, la editorial que ha dedicado gran parte de sus novedades de otoño a este género literario. Pero se trata de una apuesta bien justificada, ya que en los últimos meses la editorial ha visto cómo el sevillano Andrés Pérez Domínguez ha sido seleccionado como uno de los diez finalistas que optarán al prestigioso Premio Setenil por su libro de relatos El centro de la Tierra, el primero de este género que ha editado Paréntesis Editorial.
Con este buen arranque no es de extrañar, por tanto, que Paréntesis siga por la senda de los cuentos y recupere para su Colección Orfeo obras como El domador, de Rafael Pérez Estrada (con prólogo de Jesús Aguado) una recopilación de textos breves, a medio camino entre el poema en prosa y el relato lírico que deslumbran por una imaginación desbordante que consigue atrapar al lector.
O la colección de Cuentos, del argentino Leopoldo Lugones, un acercamiento a lo fantástico como una estética, como una búsqueda de la belleza inefable. Se trata de pequeñas obras maestras en un estilo único y personal, lleno de fuerza narrativa, intriga y misterio de un autor que, como indica Elena Almeda en el prólogo de la obra “es iniciador de la corriente que le corresponde en la historia del cuento fantástico hispanoamericano, cuyo desarrollo es luego atribuible a nombres como Borges, Cortázar, Bioy Casares...”
Otra de las apuestas tiene el nombre del debutante Marc Gual, quien de esta forma ve publicada su primera obra como parte de la colección Umbral de Paréntesis Editorial, dedicada a dar voz a autores contemporáneos. Incómodos, ásperos, duros, espejo de cierta tristeza pero también esperanzadores, los relatos de La maldición del cronista indagan con sensibilidad en la cara oscura de las vidas de sus personajes. Se trata del primer libro de un joven profesor barcelonés, una colección de relatos muy bien trabados en dos bloques que dan pie a la reflexión sobre la condición humana.
Según explica Gual, la elección de este género viene motivada por una cuestión bastante práctica, “a pesar de que soy consciente de que se trata de un formato complicado, ya que debes ser capaz de condensar tus ideas y dotarlas del ritmo necesario para atrapar al lector”, explica. Y es que el autor catalán es defensor del relato breve como “género perfecto para el ritmo de vida que llevamos”. El autor de La maldición del cronista concluye: “Me parece fantástico que editoriales como Paréntesis dediquen cada vez más atención a los cuentos. No acabo de entender por qué en ocasiones la literatura española no ha prestado la atención que se merece este género”. Y es que acaso, como sugiere el relato que da título a la obra, la vida siempre está por encima de la literatura.
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