Con Pisar cieno Rocío Hernández
Triano (Sevilla, 1976) mantiene una sabia mirada compasiva hacia el ser
humano, a su frágil naturaleza de barro, que ya pudimos apreciar en su
anterior libro Los seres quebradizos. Sin duda, el
símbolo bíblico del limo originario de la estirpe humana se abre aquí
significativamente hacia un dolor existencial del ser, su soledad ante el
abismo y su (sin)sentido de orfandad. A este vacío tratan de dar respuesta
los poemas de Pisar cieno o, al menos, a
construir lingüísticamente un espacio estilizado y luminoso para
alojar la angustia de la pérdida. Estamos, pues, ante un libro de memoria,
homenaje y elegía a los seres queridos del sujeto poético (padres y otros
familiares), una elegía personal que, no obstante, se universaliza en la
experiencia emocional de cada lector.
Las tres partes que estructuran el poemario: «Libro de familia», «Carnet de
identidad» y «Otros documentos nacionales» son referencias que responden a
la acreditación del sujeto civil y simbolizan el tránsito de las tres
edades del hombre: infancia, madurez y vejez. Aunque este poemario es la
expresión de una íntima verdad, de una memoria personal, no es menos cierto
que en esa intrahistoria se muestra también la memoria colectiva de nuestro
país.
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