Textos Casanova
El don de Vorace (capítulo 1)Es preciso saber cuánto tiempo he delirado en ese horrible camastro, así es que acudo a la última página escrita. Una fecha: 2-diciembre y, con letra que cualquier grafólogo calificaría de melancólica y pesimista, leo: «Hoy es mi último día con vida (ojalá). Esta noche bajaré el telón… El demonio quiera que no se vuelva a subir». Luego vienen toda clase de detalles sobre el revólver con que me ejecuté y algunas estrofas sarcásticas referidas a lo que en realidad ha ocurrido y que ya intuía con cierta seguridad. Más adelante, una serie de recuerdos mal hilvanados, mis libros, padres, infancia… Un beso final para Marta y la firma completa, con letra de molde: BERNARDO VORACE MARTÍN.
No puedo por menos que carcajearme de este nuevo intento fallido o llorar como sólo yo he llorado. Opto por enmudecer los pensamientos y andar sonámbulo. El demonio alzó el telón.
Agua negra
(...) Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang, bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.
Yo hubiera o hubiese amado. Diario íntimo (13-12-1974)
«Tengo en la planta del pie izquierdo una herida que delata mi acusado masoquismo. Me hago daño (o felicidad) con las negras uñas, tijeras y agujas. Y a veces esa parte del cuerpo hace de sparring con los puños de José: ¡qué delicia! José dibujó hoy con rotulador rojo una mujer de tetas jocoserias y mi herida hacía de cabeza. ¡Pondría allí una espina que me hiciera feliz cada vez que doy un paso: MI PURPUÚREA ESTELA, AAAH!».
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