TAMBOR DE ARRANQUE
Francisco Bitar
Barcelona, Candaya, 2015; 112
págs.
por Pedro M. Domene
La
novela de Francisco Bitar (Santa Fe, Argentina, 1981), Tambor de arranque (2015), escenifica la historia de un fracaso, la
de Leo e Isabel que viajan a un pueblo del interior de Santa Fe con la
intención de comprar un coche usado, y ese acto tan anodino como simple
significa la última oportunidad de salvar una relación en crisis, una
posibilidad que no se concreta en las primeras páginas, pero que en su
defección compensa a los personajes con un regalo: una perra, de nombre Doly,
que vivirá con ellos un mes, el tiempo en que tardan en materializar su
separación. La novela propone así la historia de una pareja que fracasa, y el
modo en que un hombre y una mujer continuarán sus vidas después de la vida en
común, y de esa extraña pérdida.
La
brevedad del relato, se condensa y estructura con una voz que se alterna, en tercera
y primera persona, al tiempo que superpone escenas y tiempos que configuran el
puzzle en que acabará la historia contada por Bitar. A ese después y a la
crónica de la desintegración de la pareja asiste como espectadora privilegiada
su hija Sofía, y con este relato se muestran todos y cada uno de los deseos que
sus personajes no llevan a cabo, o tal vez soslayan porque no se consideran
importantes. Solo cuando esta separación se confirma, otras historias se
conjugan para completar la visión que Bitar ha puesto en su literatura, la
esperanza que el humano deposita en los objetos en general, y el sentimiento de
desintegración individual que puede derivarse de toda una pérdida.
La
magia de la narrativa del argentino, su capacidad de entrelazar sus historias
de una forma natural, recuerda a una concepción minimalista en secuencias
narrativas que componen un cuadro, localizadas en un lugar y un espacio
geográfico concreto, sin duda, el Santa Fe del narrador, y a unos ciento
cincuenta kilómetros, en el viejo camino a San Jorge, y una vez allí incorpora innumerables
detalles que componen las imágenes que nos transmite, propias de una visión
decadente cuando ya se vislumbra el
final. Dos partes, y cuatro breves capítulos en cada una, convierten a este
libro en una narración muy amena, cuya trama se amplia a diversos personajes
que ofrecen perspectivas distintas, para que la tensión oscile entre lo
colectivo y lo individual de los personajes. La vida tal y como discurre, con
ese minimalismo que el autor se empeña en proyectar hasta convertirse en un
espectador externo que mira, cuenta y deja sus historias al criterio del lector.
Cuando llegamos al final de la lectura
de Tambor de arranque, las figuras se
irán desdibujando ante esa situación que las domina y no sabemos si estamos
ante auténticos personajes o circunstancias casuales. Tal vez la clave de todo
sea ese deslumbramiento que provoca la sensación de estar leyendo algo que se
inicia con la metáfora misma de su título, ese motor de arranque que como en el
Taunus, que Isabel y Leo pretenden comprar, se muestra en todas sus ambiciones.
Y todo se justifica porque Bitar da cuenta de la pérdida de todo un sentido
vital en nuestra existencia, o de la levedad y de la fragilidad que,
supuestamente, presupone el concepto pleno de nuestra vida; un libro que pese, siempre
hay que matizar, a la brevedad de sus páginas logra crear desasosiego, y
concreta las escenas que se van sucediendo en un estilo indirecto, tan sobrio
que vislumbra cierta distancia, e incluso añade una pobreza material solo
equiparada a la espiritual.
Francisco
Bitar establece así un curioso diálogo sobre la levedad de la vida, sobre la
posibilidad de fijarnos en los detalles y en los gestos, con que explicar toda
una escena. De ahí, también otro de sus grandes aciertos: la voz del narrador
que mantiene la distancia, y en sus descripciones resulta muy gráfico, incluso
perfectamente audiovisual que da lugar a planos y escenas que se superponen
como si de una auténtica película se tratara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario