¿OBLIGADOS A SER FELICES?
Javier Pradera, José María Ridao, Luis García Montero y José María Guelbenzu analizaron el libro de Eric G. Wilson, Contra la felicidad. En defensa de la melancolía. Los cuatro coincidieron en la importancia de esta obra precisamente en una época de pérdida de certezas y de una búsqueda frenética de la felicidad.
Madrid, 31 de mayo de 2008
Inició la tertulia Luis García Montero afirmando que, en su libro, Wilson analiza la obligación que parece tener el ser humano actual en la sociedad norteamericana de ser feliz a toda costa, situación que lo lleva a “cerrar los ojos al mundo”, a las cualidades y características que puede tener la vida real; esa vida real exenta de las promesas infantilizadotas de la vida moderna.
“Entre la depresión y la felicidad -que cierra los ojos al mundo-, Wilson pone en el medio la melancolía no como un factor negativo, sino como un estado que genera una actitud vigilante y de diálogo con el conocimiento que nos hace ser dueños de nuestros propios destinos”, señaló Montero, quien agregó que “una sociedad que cree en una felicidad perfecta genera individuos condenados a la insatisfacción perpetua”.
José María Guelbenzu dijo que uno de los puntos que más le interesó del libro era la relación que hace el autor entre melancolía y creatividad, situación que lo dejó “planchado” porque “como no soy depresivo, me pregunté si soy lo suficientemente melancólico como para dedicarme a la literatura”.
Guelbenzu citó el comienzo de Ana Karenina -“todas las familias felices se asemejan, mientras que cada familia infeliz lo es a su manera”-, para explicar de qué manera la felicidad, además de aburrida, genera seres humanos idénticos unos de otros, mientras que la infelicidad, y su búsqueda a través de la melancolía, consigue sacar a relucir la singularidad de cada uno de nosotros.
Para Javier Pradera, en tanto, la crisis de la vida moderna y la constante búsqueda de la felicidad radica en “el fin de la certidumbre, en el fin de ese mundo de creencias que nos hacía sentir seguros y a gusto”, y cuya pérdida nos ha llevado a un estado de desesperación. En este sentido, recomendó el libro de Wilson como un texto necesario para analizar y profundizar en esta problemática.
Además, subrayó otro punto abordado por Wilson: en un mundo de guerras, hambre y desigualdad no podremos estar nunca cómodos ni totalmente felices.
Finalmente, José María Ridao señaló que la importancia del libro radica en que es una “contestación, una rebelión frente a determinados acuerdos y consensos”. Una reacción ante el sentido de culpa de algunos por no ser totalmente felices.
Le parece interesante la relación que hace Wilson entre creación artística y melancolía y de cómo utiliza a renombrados y reconocidos “melancólicos artistas” para derivar en una crítica a la actual sociedad norteamericana y su actual búsqueda “desesperada de felicidad”.
Gabinete de Prensa
Feria del Libro de Madrid