EL GRAN LIBRO DEL ANIME
LAS OBRAS MAESTRAS DE LA ANIMACIÓN JAPONESA
Nathalie Bittinger
El anime, siguiendo la estela de las estratosféricas ventas de los mangas, va viento en popa.
Las series como Dragon Ball, Naruto o One Piece son seguidas por millones de fans, los cuales esperan con fervor cada nueva entrega -película, especial o spin-off-. Los héroes de estas historias recorren universos exuberantes, donde la aventura desenfrenada va acompañada de ritos iniciáticos. No obstante, la proyección de la japanimation no surgió por arte de magia. Fue necesario que se establecieran cánones poco conocidos por los espectadores. Akira, la obra de culto de Katsuhiro Otomo, no impregnó espontáneamente el imaginario occidental. Lo mismo sucedió con las obras maestras del estudio Ghibli. Si bien Havao Miyazaki se ha impuesto como el sensei de la animación desde La princesa Mononoke y El viaje de Chiriro, también allanó el camino para nuevos talentos. Prueba de ello es el éxito de Makoto Shinkai. El anime es transgeneracional y un fenómeno social, radiografiando la comedia humana, desde las pesadillas apocalípticas a las fábulas pobladas de espíritus fantásticos, de las distopías futuristas a los relatos sentimentales, de las metamorfosis de Japón a la poesía de una naturaleza milenaria.
Bienvenidos a los mundos ficticios que han revolucionado la animación y -nos atrevemos a decir- el universo del cine.
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