LAS HADAS DE COTTINGLEY
En 1920, dos niñas se fotografiaron jugando con hadas e hicieron creer a media Inglaterra en su existencia.
La broma se les acabó yendo de las manos, y después de que Conan Doyle les dedicara tanta atención en sus artículos para The Strand, les dio vergüenza contar la verdad.
En la década de los 80, ambas confesaron que fue un truco. Muchos, como Félix J. Palma y sus miles de lectores, prefieren pensar que fue entonces cuando estaban mintiendo...
Estimada/o amiga/o:
Yo nunca he creído en las hadas. Supongo que por eso me fascinó tanto el caso de las hadas de Cottingley que descubrí hace unos años cuando me documentaba para mi «Trilogía victoriana». Según leí, durante el verano de 1917 ocurrió algo extraordinario en ese pueblecito del norte de Inglaterra: dos niñas se fotografiaron jugando con hadas cerca de una cascada con la nueva cámara fotográfica de su padre.
Aquellas fotos llegaron a ojos de todo el mundo, y más después de que Conan Doyle les dedicara un artículo. ¿Eran auténticas? La mayoría de la gente las dio por falsas, pero otros muchos las dieron por verdaderas e incluso inundaron los periódicos de cartas contando sus propias experiencias con hadas, duendes y otros espíritus elementales. Esas personas fueron las que me fascinaron. ¿Mentían o veían realmente a todos esos seres mágicos? ¿Estaba Inglaterra llena de locos?
Durante más de quince años acaricié la idea de escribir una novela inspirada en este suceso. Una historia que hablara sobre la necesidad del hombre de creer en lo extraordinario para embellecer su día a día, de su lucha por apartar la razón y abrir la mente a la existencia de las hadas y otros espíritus de la naturaleza. Una historia deliciosa y especial que trajera un poco de magia a nuestras vidas.
Casi veinte años después, finalmente me decidí a escribir El gran timo de las hadas. Estoy seguro de que, cuando la leas, al apagar la luz no podrás evitar imaginarte a las hadas y los duendes saliendo de sus escondrijos para corretear por los pasillos de tu casa, jugando como si no tuvieran preocupaciones y solo contara el presente. Como solo saben hacerlo los niños. O quienes se refugian en un buen libro una tarde de lluvia. ¿Y quién puede decir que no sea cierto?
Espero que te enamores de la historia, sus personajes y la importancia de creer siempre en algo. Al final esto es lo que deberían trasmitirnos las novelas: el sueño de que otro mundo es posible al menos por un rato.
Feliz lectura y feliz verano,
Félix J. Palma
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