Esta novela mezcla a la perfección fantasía y realidad, pero no una fantasía al uso, televisiva, cinematográfica, sino una suerte de magia cotidiana, casi de "realismo mágico" que nos toca mucho más de cerca, presente todavía en las conversaciones cotidianas en lugares como Galicia, porque La madre del frío hace que en la trama convivan dos mundos, uno superficial, que vemos aquellos que no poseemos la capacidad de ver la magia que nos rodea, y el mágico, poblado por sirenas, meigas y trasgos que conviven con nosotros, y que se manejan entre hechizos, conjurados y normas propias que están basadas, todas ellas, en el folclore y la tradición y mitos gallegos. Si hay una novela que homenajee esa rica tradición de leyendas y mitología y la combine a la perfección con una trama negra y actual, es ésta.
Esta historia contiene una bellísima reivindicación de la "gente distinta": no sólo el crimen que da origen a la investigación de Xan Borrasca es un delito de odio que genera una gran empatía en el detective, que le marca, que hace que se empeñe, tantos años después de ocurrido este, en reabrirlo y resolverlo, lo que entraña en el texto un canto especialmente hermoso en defensa de cualquier discriminación por género u opción sexual, sino que además buena parte de los personajes de la novela, desde su mismo protagonista, son diferentes por sus propias condiciones o discapacidades físicas, "tullidos", como diría Xan Borrasca, "jorobados", mudos... Y, sin embargo, todos ellos son perfectamente capaces y atractivos en su diversidad y sus diferencias. Un canto a la defensa de lo que erróneamente se considera "discapacidad" que, como se ve, no lo es en absoluto.
Miguel Salas Díaz, con pulso maestro, compone una novela original y mágica cargada de tensión, de misterios y maldiciones, de miserias y secretos, de poesía y agua de mar y sal que fascina y atrapa a partes iguales. Diferente. Única. Genial. |
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