Rodrigo Cortés es sin duda uno de los escritores más singulares de la actualidad. El popular autor regresa tras siete años a la ficción literaria con Los años extraordinarios, una obra sorprendente, muy divertida, elegante y, a todas luces, única. La novela, publicada el día 3 de junio, ha sido alabada por los lectores y la crítica especializada, alcanzando la 4a edición en menos de un mes.
La aparición de Los años extraordinarios sitúa a Rodrigo Cortés entre las voces más destacadas de nuestras letras, gracias a una ficción que muestra una historia alternativa del siglo XX. Se trata de una ucronía de tintes valleinclanescos cuyo protagonista es una mezcla del don Quijote de Miguel de Cervantes, el Gulliver de Jonathan Swift y el Marco Polo de Italo Calvino. Una apasionante narración que consigue transportar al lector por las zonas más claroscuras de una historia tan verosímil como hipnótica.
Los años extraordinarios narra la vida de Jaime Fanjul Andueza, un salmantino nacido en 1902. Un hombre que no da importancia a nada y que silencia las cosas extrañas que le ocurren porque en el fondo, nada merece que se le preste demasiada atención. De hecho, la realidad que le rodea no sólo es extraña para él, sino también para el lector, ya que el narrador nos transporta a un mundo en el que no existe la lógica y en el que, por ejemplo, los coches funcionan con el pensamiento, Salamanca consigue tener playa y la Guerra Civil española fue una lucha de todo el país contra los alicantinos.
El protagonista de Los años extraordinarios es uno de los viajeros más impenitentes de la literatura española contemporánea. Un hombre que, además, elige los destinos sin ningún motivo aparente, más que el deseo de moverse. De hecho, él mismo dice: «¿Qué es llegar a un lugar sino dejarlo atrás? No hay como alcanzar un objetivo para convertirlo en simple escala». Pero, eso sí, en todos los lugares en los que recala –sean reales o fruto de la imaginación del autor– le ocurren cosas extraordinarias. «Los años extraordinarios es una novela y es también una frontera de palabras entre el Tormes y el Sena, un puente entre verdades y mentiras, una fábula donde vibran la violencia, el humor y nuestras deformidades cívicas.» Jesús García Calero
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