Cuando se habla o se escribe sobre los mapas y los hombres que los idearon, se repiten los mismos nombres: Martin Waldseemüller, Battista Agnese, Abraam Ortelius, Gerardus Mercator, Alexander von Humboldt, Jules Dumont d’Urville, Johann Heinrich Lambert, Rigobert Bonne... Sin embargo, de los pioneros, de los primeros que crearon mapas con base matemática, se habla muy poco, y lo mismo suele suceder en el caso de los tratados y las historias de los mapas: pasan de puntillas sobre los babilonios, los egipcios o los griegos para, enseguida, tratar en detalle y profundidad sobre los hombres y los trabajos cartográficos del siglo xv en adelante. Solo en obras muy especializadas, monografías y ensayos académicos se profundiza más en estos temas.
El porqué de los mapas es un pedazo de historia que desvela cómo se pusieron grano a grano, piedra a piedra, los cimientos de nuestra civilización. El resultado de una búsqueda que responde al porqué de los mapas. A lo largo de los años, de los siglos, de las culturas, ha habido una gran multitud de hombres empeñados en representar la tierra, desde la más elemental, hasta la de los grandes imperios conquistadores. Dalmau toma como protagonistas a esos hombres y su aportación a los mapas.
«Este libro nació fruto del deseo de intentar profundizar todo lo posible en el conocimiento de estos periodos tempranos y, a partir de ahí, seguir el desarrollo de los mapas a través de las culturas y de los hombres que los hicieron posibles hasta el siglo xv. Con todo, esta obra no pretende ser una biografía exhaustiva de cada uno de los cartógrafos que en ella aparecen, sino más bien un medio para dar a conocer el nombre de algunos de ellos y destacar sus principales aportaciones en el desarrollo de esta disciplina»
El porqué de los mapas comienza con los mapas prehistóricos y termina en la época de los portulanos, los mapas nacidos por y para los navegantes durante el florecimiento de la navegación comercial mediterránea, y en los trabajos de al-Idrisi. Tal y como apunta Dalmau, todo lo que viene después es otra historia.
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