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jueves, 25 de marzo de 2021

154.- Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz

 

Lumen publica la edición más completa, libre de la censura católica, de Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz: un acontecimiento editorial sin precedentes

  • Con una presentación de Andreu Jaume, esta nueva edición de Lola Josa, muestra un novedoso estudio a la luz de la mística hebrea

  • Un acontecimiento editorial sin precedentes: la edición más completa, libre de la censura dogmática, del gran poema de la mística castellana


 

«De todos los hombres que han usado la lengua española para los fines de la poesía, San Juan de la Cruz es el más grande.»
Jorge Luis Borges

 

Madrid, 25 de marzo de 2021.- Una celda denigrante fue el lugar donde se concibió, en 1578, Cántico espiritual, uno de los mayores poemas de la literatura occidental. En ella permaneció encerrado fray Juan de la Cruz por querer reformar la orden de los carmelitas. Su carcelero le facilitó papel y tinta para escribir, así como aguja e hilo con los que el descalzo pudo coser mantas y trapos para fugarse, llevándose consigo el cuaderno con las primeras treinta y una estrofas de las «Canciones entre el Alma y el Esposo» que había compuesto en la noche de su encierro. Ahora, en esta nueva y reveladora edición que Lumen pone a la venta este jueves 25 de marzo, la  Doctora en filología hispánica y profesora de la Universidad de Barcelona, Lola Josa, especialista en el autor, ha fijado el texto a la luz de la mística hebrea sumergida en el poema, enmendando errores seculares de transmisión y proponiendo una interpretación sin precedentes que, libre de dogmas tanto religiosos como filológicos, da una renovada vida al poema y nos descubre un tesoro oculto de referencias, lecturas y desafíos.


En la presentación del este libro, Andreu Jaume destaca  que «Juan de la Cruz no pudo huir y tuvo que conformarse con un exilio interior, penoso y durísimo, que él acertó a transformar en una experiencia de luz y plenitud como pocos poetas han conseguido en Occidente. Lola Josa ha llevado a cabo en este libro un verdadero trabajo de restauración, iluminando, con autoridad y persuasión, muchas zonas del Cántico espiritual que hasta ahora permanecían en penumbra o que se habían ennegrecido por ciertas inercias de la rutina interpretativa».

«Poesía es voz de lo inefable. A pocos poetas les ha sido dado tener esa voz. En España la tuvo san Juan de la Cruz.»
Juan Ramón Jiménez

«La Cábala debería ser estudiada a fondo en relación con el misticismo español del XVI.»
Domingo Ynduráin

«San Juan escribió para sí mismo y para unas monjas. Y esa marginalidad le da una libertad que no tuvo ningún poeta culto de su tiempo. Le da la libertad de mezclar la tradición escrituraria, la tradición popular y la tradición greco-romana.»
Jaime Gil de Biedma


«La Amada quiere, a través del oído, conocer el paradero de su Amado, saber dónde está. Entre todos los sentidos, el oído, en el plano espiritual, es el más importante en la tradición de Occidente. Lo demuestra kol, ‘voz’, que significa, a su vez, ‘todo’ y ‘parte’, o, con palabras de la Amada según el carmelita: «el mensajero y los mensajes».  Mediante el erotismo, el poema describe una profunda experiencia mística: la comunión con Dios a través del encuentro con la esencia de la palabra bíblica, tal como habían propuesto Casiodoro de Reina, autor de la primera y prohibida traducción completa de la Biblia al castellano, o fray Luis de León, probable maestro de fray Juan en Salamanca.

Del estudio a cargo de Lola Josa

«En una oquedad de seis pies de ancho y unos diez de largo, con un respiradero de tres dedos, fue concebido el Cántico espiritual. Allí fray Juan permaneció encarcelado durante casi nueve meses, en un espacio insalubre donde se cometió uno de los tantos actos de crueldad en los que el ser humano incurre bajo la impunidad del poder, un hueco en la pared dispuesto como letrina contigua a la sala donde los prelados se aposentaban cuando estaban de paso en el convento de Nuestra Señora del Carmen, en el extremo oriental de Toledo. 
No queda rastro de ese feudo de carmelitas calzados. El ejército francés tomó el convento durante la guerra de la Independencia y lo convirtió en su cuartel. En 1812 las propias tropas napoleónicas lo incendiaron. Solo quedó a salvo el llamado «cuarto de los judíos», situado en la huerta, y en el que se guardaban los pasos de la procesión del Jueves Santo. (p. 53)»


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