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lunes, 15 de junio de 2020

103.- Novedades La Cúpula




Bueno, bueno… parece que el Corona nos está dando un poco de tregua, aunque… ¡no relajarse, colegas! Eso sí, qué gustillo deshacerse del rancio pijama. Y aunque todavía estemos con los ojos a medio abrir, cegados un poco por aquella extraña luz a la que llamábamos “sol”, salimos de la madriguera con la mascarilla puesta y las manos impolutas.
Sí, sabemos que perdemos el culo por la cerveza y el tapeo; pero las librerías han levantado persiana, y eso sí es un notición que nos pone muy felices y por el que seguimos brindando desde principios de mes. Han sido unos meses de bajona y mucha introspección. El tiempo de clausura es lo que tiene. Nos volvemos más nietzscheanos que nunca. Nos invade el tedio, la fatalidad y nos bombardean las grandes preguntas universales desde los tiempos presocráticos: “¿quién soy?”, “¿qué hago aquí?”, “¿me como un yogur de macedonia o de coco?”, “¿me dejo bigote?”. Cada cerebro con sus movidas, pero el “¡debería leer más!” en casa de todos.
Quien perdió la paciencia a la tercera semana de encierro fue Max, que harto de los arcoíris y del “todo irá fenómeno”, garabateó un panfleto furioso, Manifiestamente anormal, sobre la maldita realidad que se nos ha caído encima a pedazos. Pero, ojo, que Mary y Bryan Talbot vuelven no menos rabiosos con LLUVIA, una novela gráfica donde plantean que tenemos que dejar de expoliar y violar nuestro planeta para aprender a pensar de forma menos invasiva. ¡Joder, que con solo dos meses de recogimiento hemos bajado a saco los niveles de contaminación, las plantas crecen salvajes por las aceras y nos despierta el canturreo de los pájaros! Necesitamos entender que somos parte del planeta, que vive y que respira como nosotros.
Así que, ve a darle un beso a tu madre, hazte unas bravas con los colegas, pero pasa por una librería de vuelta a casa. Porque si hemos sacado algo en claro durante este maldito confinamiento, es que siempre podemos leer más.
Este no es otro diario del confinamiento y la pandemia. A la tercera semana de encierro, Max perdió la paciencia que demandaban autoridades y medios de comunicación. Harto del beatífico “todo irá bien”, se lanzó a fabricar este panfleto furioso y urgente en medio del estupor causado por una realidad que se cae a pedazos.
Con un personaje cabreado como único vehículo, el autor nos suelta un chorro de humor salvaje, canalla y deslenguado que no le veíamos desde los tiempos de Peter Pank. Pero ya sabemos que, tratándose de Max, no iba a salirle un simple panfleto protestón. Aquí hay, además, toda una reflexión sobre lo que nos está pasando y un muy oportuno debate sobre la función catártica del humor –y del malhumor– ante el estropicio general que nos ha sobrevenido.
“¿Soy el único al que se le ha quedado cara de gilipollas con todo esto?”, Max. 
(5,50 €, a la venta el 18 de junio)
Lo dejó escrito el humanista Alexander von Humboldt: la deforestación, la irrigación indiscriminada y las grandes masas de vapor y gas que producen los centros industriales son las tres maneras en que la especie humana interfiere en el clima. Dos siglos después, seguimos siendo parte del problema.
Situada en el contexto de las inundaciones que en 2015 asolaron el norte de Inglaterra, LLUVIA recoge los primeros compases de la relación entre dos mujeres no del todo compenetradas en lo ideológico. Cath, urbanita, se muestra remisa y algo escéptica con el activismo medioambiental; mientras Mitch, desde un pueblo de Yorkshire, territorio de los hermanos Brontë, vive entregada a la militancia.
Con mimbres de crónica social y una voluntad clara de difundir los diferentes modelos de conducta y acción que ofrece el pensamiento ecológico, LLUVIA se alza como una pequeña historia particular dentro de otra enorme y global, la historia de todos. 
(20,50 €, a la venta el 25 de junio)

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