Como en un álbum de fotografías el relato se desarrolla por instantáneas: el ritual de irse a la cama, el agua de colonia barata que le echan en la peluquería, los cromos de los reyes de Francia que regalan con la mantequilla, las vacaciones en el mar y los tebeos, el descubrimiento de la sexualidad, la fascinación por el actor Terence Stamp y los celos del padre, la enfermedad de la madre… Las imágenes de la infancia, llenas de nostalgia, dejan paso al hastío y al rencor, pero bajo un velo de pudor se adivina una ternura no confesada, traicionada por la indiferencia y la ingratitud. Los afectos quedan reducidos a la crueldad de las palabras.
Mis padres es un libro lúcido e impúdico, lleno de confesiones incómodas, crudas y carnales, pero también ávidas de ternura.
«Cuando mi padre tiene veintinueve años, la misma edad que tengo hoy, cuando comienzo este relato, vive en Niza: cuenta con una consulta veterinaria, con dos caballos, con un Ford verde, con un velero y está prometido a una joven burguesa.»
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