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miércoles, 25 de septiembre de 2019

138.- La historia real del Hannibal Lecter sueco




Thomas Quick. Cómo se hace un asesino en serie, de Hannes Råstam

La historia real del Hannibal Lecter sueco


Estimados amigos:

Nos complace informaros de que este mes se estrena en Suecia y en Noruega la película que narra la historia de Thomas Quick, bautizado por la prensa como el Hannibal Lecter sueco.

Sobre la verdadera historia del asesino en serie que hororrizó a toda Europa hemos publicado en Principal Noir Thomas Quick. Cómo se hace un asesino en serie, de Hannes Råstam, el periodista de investigación que destapó las mentiras y la fasedad del caso y, con ello, el mayor escándalo judicial y policial en la Suecia contemporánea.

Hannes Råstam dedicó sus últimos años (murió de cáncer en 2012) a investigar incansablemente la espeluznante trama de corrupción y manipulación policial, y consiguió que varias de las condenas por las que habían sentenciado a Quick fueran anuladas, ya que demostró que el criminal simplemente disfrutaba aceptando la responsabilidad de crímenes que no había cometido. Por su investigación, Råstam ganó los premios de investigación periodística Per Wendel Prize, Golden Spade y el Carnegie Institute Journalism Award.

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En 1992, encerrado en un hospital psiquiátrico para criminales mentalmente inestables, Thomas Quick confesó que había asesinado a un muchacho de once años, desaparecido desde hacía doce. Durante los siguientes nueve años, Quick confesó haber cometido más de treinta crímenes sin resolver, admitiendo que había torturado, mutilado, violado y que incluso se había comido a algunas de sus víctimas. En los años posteriores, un valiente periodista de investigación criminal, Hannes Råstam, se obsesionó con Quick y con su caso. Analizó los expedientes con minuciosidad forense, estudió todos los interrogatorios, veredictos y dictámenes médicos, informes policiales y las pruebas que condenaban a Quick. Y cuando en 2008 Råstam se enfrentó a Quick en una entrevista personal, llegó a una horrenda conclusión: la verdad era aún más terrible que la del propio criminal.

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