Un príncipe brutal y libertino que reina sobre almas y haciendas. Dos gemelos tan idénticos que ni sus padres ni la novia de uno de ellos pueden distinguirlos. Un hermano cuáquero que oculta a su pequeña y humilde comunidad un secreto casi increíble. Los estrafalarios miembros de una comuna que se adelanta en cien años al movimiento hippy... Éstos son algunos de los personajes que se asoman a las páginas de La bella y la bestia. Y lo hacen en relatos en los que a veces se impone el humor (un humor desenfrenado e incluso algo gamberro), y otras la delicadeza de los sentimientos humanos más íntimos. Referencias tan dispares como Mark Twain, Dickens y Bret Harte, Las mil y una noches, los libros de viajes, los cuentos de hadas y las distopías sociales que un siglo más tarde harán furor en la literatura europea y norteamericana nutren una obra con hechuras de gran clásico que, sin embargo, nunca había sido traducida a nuestro idioma y que incluye, en el relato que da título al conjunto, la idea original de la leyenda de la bella y la bestia, tantas veces llevada al cine.
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