Las húmedas marismas señalan el límite entre la vida y la muerte. Adéntrate en sus turbias aguas de la mano de la arqueóloga forense Ruth Galloway.
El primer caso de la arqueóloga Ruth Galloway te llevará a la Edad del Hierro
La profesora de Arqueología Forense Ruth Galloway vive en una pequeña casa junto a una marisma en el condado de Norfolk. Se trata de un área remota donde se unen mar y tierra, considerada como un lugar sagrado por los hombres de la Edad de Hierro. Cuando la policía encuentra unos huesos en una zona de la marisma, el inspector Harry Nelson recurre a Ruth para que lo ayude, convencido de que se trata de los restos de una niña desaparecida diez años antes. Aunque esa posibilidad queda descartada, ya que los huesos pertenecen a una niña de la Edad de Hierro, Ruth continúa ayudando a Nelson para descubrir qué relación hay entre este caso y los rituales prehistóricos que tenían lugar en la marisma hace más de dos mil años.
La autora
Elly Griffiths nació en Londres y trabajó en el mundo editorial durante varios años. Decidió dedicarse a la escritura cuando su esposo comenzó a estudiar Arqueología. Para su exitosa serie, con la arqueóloga Ruth Galloway como protagonista, también contó con la inspiración de su tía, que le contaba leyendas y mitos de Norfolk. Elly Griffiths ha sido nominada a varios premios literarios, entre ellos el CWA Daggar. Actualmente vive con su esposo y sus dos hijos cerca de Brighton.
La ambientación de Los ecos del pantano
La autora relaciona casos actuales con hallazgos de diferentes épocas históricas, en este caso de la Edad de Hierro, «una época de asesinatos rituales y depósitos fastuosos».
Elly Griffiths logra una excelente ambientación y describe muy bien la particularidad de esta zona costera al este de Inglaterra, donde las aguas de un pantano se unen a las del océano y confluyen la tierra y el agua, un santuario para cientos de aves y un territorio sagrado para los hombres prehistóricos.
La protagonista Ruth Galloway
La arqueóloga Ruth Galloway despierta inmediatamente la simpatía de los lectores: es un personaje atípico, más interesado en el pasado y los rituales prehistóricos que en las relaciones humanas; es sensible, solitaria, inteligente y valiente. Vive con sus dos gatos en medio de la marisma.
«En la Prehistoria, las marismas eran muy importantes –explica Ruth–. Es una especie de paisaje simbólico. Creemos que era importante como enlace entre la tierra y el mar, o entre la vida y la muerte. […] Las marismas no son ni tierra ni mar, sino una especie de mezcla de ambas cosas. Sabemos que para el hombre prehistórico eran importantes. –¿Cómo lo sabemos? –Porque hemos encontrado objetos dejados al borde de marismas. Depósitos votivos. Ofrendas a los dioses que se dejaban en sitios especiales o sagrados. A veces también cadáveres. ¿Le suenan de algo las momias de los pantanos? –Puede –dice Nelson con prudencia. –Los cuerpos enterrados en turba se conservan en un estado casi perfecto, pero hay quien cree que los enterraron en turberas con algún propósito. Para aplacar a los dioses.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario