«El 30 de agosto de 1797, en Londres, una recién nacida luchaba por su vida. Pequeña y débil, no se esperaba que sobreviviese. A pesar de sus esfuerzos por expulsar la placenta, la madre estaba tan exhausta que hubo que solicitar la asistencia de un médico, el cual se la extrajo, pero al no haberse lavado las manos introdujo sin querer los gérmenes de una de las enfermedades más peligrosas de la época, la fiebre puerperal. Diez días después fallecía la madre. El bebé, para sorpresa general, sobrevivió. A partir de entonces, y hasta el fin de sus días, lloró la muerte de su madre, de la que se consideraba culpable, a la vez que consagraba todos sus esfuerzos a preservar su legado.
Este nacimiento es uno de los más famosos de la historia de la literatura. La difunta se llamaba Mary Wollstonecraft. Cinco años antes había causado un gran escándalo al publicar A Vindication of the Rights of Woman [Vindicación de los derechos de la mujer], una denuncia de las leyes y prejuicios injustos que cercenaban la vida de las mujeres en el siglo XVIII. La hija que le sobrevivió sería en un futuro la mítica Mary Shelley, autora, a los diecinueve años, de Frankenstein, una novela tan famosa que sería gratuito presentarla.
Sin embargo, aún hay quien conoce a Wollstonecraft y Shelley y se sorprende al descubrir que fueron madre e hija.»
Charlotte Gordon
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