CARTA A LOS LECTORES
Pese al tiempo transcurrido, la imagen legendaria de los tercios de España se ha mantenido a través de los siglos.
Contar la historia de este ejército, la mejor infantería de su tiempo, es hablar de la trayectoria de auge y decadencia de una España que se creía guía y rectora del mundo y lo perdió después casi todo, cuando sus tercios dejaron de ser invencibles por la desproporción de fuerzas de un país que se exigió demasiado a sí mismo.
La monarquía multinacional española de los Austrias aspiraba al poder mundial, y para los tercios de aquel tiempo incluso lo imposible parecía posible. Esa visión perdura en una serie de valores (honor, solidaridad, sacrificio, compañerismo…) que han quedado como ejemplo de un pasado irrepetible. Ambrosio de Spínola, personaje principal de esta novela, fue uno de los grandes capitanes de los tercios. En muchos sentidos encarna el ascenso y caída de una España dominadora y enfrentada a medio mundo, en un momento en que ya se vislumbran las señales de una decadencia imparable, que va haciendo mella con rapidez en el conjunto social.
De origen genovés, pero en todo fiel a la Corona hispana, Spínola es una figura trágica que, como la propia España, después de alcanzar su cenit de gloria acabó arruinado y vencido por la envidia y el resentimiento de los políticos y cortesanos de turno, haciendo bueno el dicho de que el peor enemigo de un español es siempre otro español.
Con esta novela sobre los tercios y la guerra de Flandes he querido también contribuir a recuperar la memoria histórica de personajes que deberían formar parte del acervo popular de nuestro mejor pálpito colectivo, a pesar del esperpento de la Leyenda Negra y la siniestra sombra inquisitorial que tanto daño nos han hecho como pueblo.
Todo auge tiene su ocaso, y el contenido de esta relación tiene mucho de búsqueda del tiempo perdido, porque perdido está todo lo que ya no recordamos, como les ocurre a muchos españoles con su propia historia. Pero la historia, sea narrada con elementos de ficción o ateniéndose a los hechos reales, siempre resulta cruel con aquellos que se muestran infieles o despectivos a la memoria de sus antepasados, y mucho más cuando ese relato se utiliza ideológicamente con fines oscuros.
La Leyenda Negra, creada en gran parte por los propios españoles, ha impedido un discurso coherente de nuestro pasado en los siglos XVI y XVII. Eso, unido a las feroces pugnas domésticas y la enfermiza tendencia tribal al fraccionamiento y la división, ha eclipsado nuestra imagen en el mundo. Un mal endémico salpicado de hechos portentosos. Luces y sombras de una España que desearía dejar reflejada en las páginas de esta novela histórica, o historia novelada. Como ustedes mismos quieran llamarla.
Fernando Martínez Laínez Castejón de Monegros, junio de 2017 |
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