El autor: Jacques Baynac
En 1960, Jacques Baynac rechaza
combatir en la Guerra de Argelia y parte al extranjero. Vuelve
a Francia en 1966, tras haber visto «siete países en tres
continentes», ya vacunado contra el modelo leninista y
autoritario de la revolución. Cuando estalla Mayo del 68, Baynac
tenía tan solo veintiocho años, pero su pasado lo había preparado
particularmente bien para reconocerse en el movimiento, en cuyo
corazón participa desde la primera hasta la última hora,
particularmente desde el centro de coordinación de iniciativas
que fue Censier.
Jacques Baynac se ha dedicado más tarde al estudio de los movimientos
revolucionarios (ruso, chino, cubano, «la Baader-Meinhof»,
anarquista, etc.) y a publicar obras de historia y teoría, así
como a escribir artículos de actualidad en el diario Libération
y realizar y/o producir documentos televisados para la cadena ARTE.
En su
trabajo de investigación sobre el pasado, se ha esforzado
especialmente en «pasar el cepillo a contrapelo» (como pedía
Walter Benjamin) a la historia de la Revolución Rusa y de la
Resistencia francesa, publicando varios libros sobre ellas.
El prologuista: Tomás Ibáñez
La vida de Tomás Ibañez está marcada por el anarquismo desde su
infancia: hijo del exilio libertario en Francia, participó en los
años 60 en los circuitos estudiantiles anarquistas cuando aún
casi nadie se atrevía a cuestionar la hegemonía del Partido
Comunista. En Mayo del 68, integrado en el Movimiento 22 de
Marzo junto a compañeros anarquistas como Daniel Cohn-Bendit o
Jean-Pierre Duteuil, se sumerge en la cotidianeidad de
los acontecimientos hasta que es detenido el 10 de junio y confinado en
destierro por su condición de refugiado político.
En 1973 volvió a España y participó en los fracasados intentos de
reconstrucción de la CNT. Autor de referencia para las
corrientes libertarias en España y el extranjero, ha enriquecido
los planteamientos anarquistas básicos con las aportaciones del
post-estructuralismo francés y, muy en concreto, de Michel Foucault.
La trayectoria de Tomás Ibáñez es de enorme valor, porque
rompe con la idea dominante que quiere hacernos ver a todos los
protagonistas del 68 atrapados en la alternativa entre
arrepentimiento, normalización, cinismo y/o autodestrucción. Y
su pluma trabaja siempre para que la historia sea memoria viva y
no lengua muerta, catapulta y no ancla, presente y futuro, no solo
pasado.
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