“Las matemáticas siembran desasosiego porque los alumnos no ven aplicación alguna en la abstracción que la pizarra les impone”
El lector podrá ver por fin para qué sirven realmente las matemáticas que se estudian en las aulas. Comprobar cómo el conocimiento de la trigonometría nos hace mejores futbolistas y militares, cómo la ley Benford desenmascaró uno de los mayores escándalos financiaros de la historia – el caso Enron y Arthur Andersen-, cómo se usa la combinatoria para componer reggaetón o cómo la usó Mozart para componer sus valses.
De la mano de los veinticuatro capítulos que conforman este libro el lector descubrirá la increíble relación existente entre las mariposas y los gemelos, entre la estatura y el cociente intelectual, entre los ríos y los pucherazos electorales… Además, el lector también aprenderá a qué se deben las notas musicales, por qué necesitamos gafas de “vista cansada”, qué signo del zodiaco astronómico es o si mañana se podrá ver el arcoíris.
27 de octubre de 2014.- Ningún niño en la escuela cuestiona la obligación de saber sumar, restar, multiplicar o dividir. Son operaciones que conviene entender y aplicar correctamente para no poner en riesgo la propia supervivencia. Sin embargo, cuando en las clases de matemáticas se desdibuja el horizonte de la utilidad y se sube el nivel de dificultad, la motivación por aprender matemáticas desaparece. ¿Valen de verdad las matemáticas para la vida, al margen de las “cuatro reglas”?
Rotundamente sí. Guadalupe Castellano lo demuestra en la obra que acaba de publicar con la editorial Guadalmazán, Matemáticas: El alfabeto del universo, un curioso libro en el que afirma que “todo lo que se estudia en matemáticas tiene sentido y todo se enseña con un objetivo bien definido. El error del docente es no mostrarlo adecuadamente. El error del alumno es no tener la paciencia suficiente para poder llegar a emplearlo”.
Y es que el libro también contesta a la eterna pregunta del estudiante “… y esto, ¿para qué sirve?”, pues en las clases de matemáticas abundan los algoritmos y escasean los objetos reales, sembrando de desasosiego a muchos jóvenes que no ven aplicación alguna en la abstracción que la pizarra les impone.
Con una divertida metodología asequible a los estudiantes y aficionados y con ejemplos prácticos muy cotidianos, la autora de este libro se adentra en el proceloso mundo de las matemáticas para enseñar a los lectores una herramienta de gran utilidad para la vida, que va más allá de las cuatro operaciones básicas.
El lector podrá ver por fin para qué sirven realmente las matemáticas que se estudian en las aulas. Comprobar cómo el conocimiento de la trigonometría nos hace mejores futbolistas y militares, cómo la ley Benford desenmascaró uno de los mayores escándalos financiaros de la historia – el caso Enron y Arthur Andersen-, cómo se usa la combinatoria para componer reggaetón o cómo la usó Mozart para componer sus valses.
Y es que basta con observar atentamente a nuestro alrededor para percibir hasta qué punto las matemáticas nos envuelven. De la mano de los veinticuatro capítulos que conforman este libro el lector descubrirá la increíble relación existente entre las mariposas y los gemelos, entre la estatura y el cociente intelectual, entre los ríos y los pucherazos electorales… Además, el lector también aprenderá a qué se deben las notas musicales, por qué necesitamos gafas de “vista cansada”, qué signo del zodiaco astronómico es, si mañana se podrá ver el arcoíris… y así una multitud de ejemplos que nos harán reflexionar sobre la importancia de las matemáticas para sobrevivir.
Guadalupe Castellano, Almendralejo (Badajoz). Es Licenciada en Ciencias Matemáticas por la Universidad Autónoma de Madrid desde 1997. Con el horizonte cercano de los 30 años, renuncia a su contrato indefinido en IBM y da un nuevo rumbo a su vida respondiendo a su vocación docente silenciada hasta entonces.
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