En tiempos
de descrédito del cuento, el lector de Modo linterna asistirá
a una nueva forma de relatar historias breves. Una escritura que descubre lo
crucial escondido en lo accesorio y que asigna a los detalles la capacidad de
revelar la propia época.
A lo largo
de estas páginas, Sergio Chejfec activa una verdadera máquina de narrar que
convierte la mirada, y la reflexión vinculada a ella, en su motor de arranque.
Los desconcertantes nueve relatos de Modo linterna se ubican en un punto
móvil entre la ficción y el testimonio, el ensayo y la introspección, la
crónica de la experiencia y el registro documental. Al igual que en otros
libros de Chejfec, el lector se encuentra frente a escenarios desconocidos y
habituales al mismo tiempo: lugares que no buscan postular un mapa definido
sino exhibir distintas formas de lo pasajero y de lo permanente. El
autor parece apostar por versiones expandidas de realidad detenida, pues las
historias se despliegan a la búsqueda de preguntas más que de respuestas.
Sergio Chejfec
nació en Buenos Aires en 1956. Entre 1990 y 2005 vivió en Caracas y desde
entonces reside en Nueva York. Ha publicado las novelas: Lenta biografía
(1990), Moral (1990), El aire (1992), Cinco (1996), El
llamado de la especie (1997), Los planetas (1999), Boca de lobo
(2000), Los incompletos (2004), Baroni: un viaje (2007; Candaya,
2010), Mis dos mundos (Candaya, 2008) y La experiencia dramática
(2012, Candaya 2013). Es autor también de los libros de poemas: Tres poemas
y una merced (2002) y Gallos y huesos (2003), y del libro de ensayos
El punto vacilante (2005). Ha sido traducido al inglés, francés, alemán,
portugués y hebreo.
Sergio Chejfec es
un autor imprescindible para todos aquellos que disfrutan con una literatura
exquisita y de alta calidad, en la que la reflexión juegue un papel destacado,
pues no hay nadie como Chejfec en la escenificación del pensamiento. Tras
Mis dos mundos (elegida por la revista Quimera mejor novela de
2008) y Baroni: un viaje (2007, Candaya 2010), La experiencia
dramática (2013), Modo linterna es el cuarto libro que
publicamos en Candaya de este escritor fundamental del nuevo canon de la
literatura argentina (la respetada crítica argentina Beatriz Sarlo llegó a
afirmar: “Ni Piglia ni Aira: Sergio Chejfec”), que ha despertado la admiración
de escritores y críticos tan exigentes como Enrique Vila-Matas (que lo
convierte en personaje de dos de sus libros: Chet Baker piensa en su arte
y Aire de Dylan), Rodrigo Fresán, Patricio Pron, Agustín Fernández
Mallo, Masoliver Ródenas, Ignacio Echevarría, J.E. Ayala-Dip, Jorge
Carrión, Mercedes Cebrián o el mismo Miguel Hernández Navarro, que ha visto
reflejada en la singular narrativa de Chejfec muchas de sus reflexiones sobre
arte y literatura. Así que… el encuentro promete. ¡Os
esperamos!.
Un fragmento de Modo
Linterna
Cuando
llega la noche busca el hospital por internet. La prolongada vida en el extranjero
(ella cree que fue prolongada) le hizo olvidar varias cosas de la ciudad. En
especial tiene problemas con las conexiones, porque no logra recomponer los
espacios intermedios entre las zonas que sí recuerda; cada punto conocido es
una mancha sobre la superficie evidente, pero ignorada, de lo que se ignora o
está olvidado. Carga las dos direcciones en la pantalla. La imagen colapsa e
inmediatamente aparece una línea que conecta su casa con el hospital. Se
inclina hacia adelante, mira de cerca sin pensar en otra cosa que el camino que
debe tomar. Después anota algunos nombres de calles e intersecciones, y está a
punto de levantarse y guardar el papel cuando algo la lleva a mantener la vista
en la imagen aunque no vea nada en particular. Observa el monitor y es como si
asistiera a una escena en la que la han incluido: se ve a sí misma pendiente de
la pantalla, concentrada en el mapa como si aguardara una señal. Se pregunta
cuánto habrá de pasar hasta que esa forma de buscar recorridos quede obsoleta..
Desde hace un tiempo indefinido, no sabe si
mucho o poco, es víctima de una especie de reparo que hasta este momento no ha
visto en nadie, y sobre el que nunca ha leído ni escuchado hablar. Es una vaga
aprensión contra los artefactos o las técnicas demasiado actuales, nuevas o en
boga, de uso sofisticado y en fase de difusión. No es rechazo por la dificultad
que trae el uso y la adaptación. Más bien piensa que si cede y los incorpora a
su vida quedará marcada para siempre por los vestigios del momento cultural que
ellos representan. Puede parecer exagerado, pero carece de elementos para verlo
de otra manera. Como ignora por cuánto tiempo tendrán vigencia esos nuevos
objetos y procedimientos asociados, y en especial desconoce el arraigo de las
costumbres y de las formas de la imaginación que se derivan de ellos, sospecha
que de sumarse a alguna de esas tendencias tecnológicas su vida perderá
densidad, porque terminará diluyéndose en los avatares de lo novedoso y sobre
todo acabará «historizada», fechada, expuesta a un presente que en el futuro
habrá de verse como un tiempo efímero, un inopinado desvío o una digresión
colectiva; ella como prisionera de alguna moda ya semiolvidada, adormecedora y
para ese momento escandalosamente vetusta.
Por eso cuando se trata de algunas cosas
prefiere las costumbres instaladas y comprobadamente durables; porque, a su
modo de ver, esos hábitos ofrecen garantías de encadenamiento, es la
continuidad que proviene del mundo cierto de lo empírico. Por ejemplo la
lectura de diarios. Le gusta leer los diarios por internet, pero desconfía de
ellos no por la calidad o fugacidad de los textos o de la información, nada por
el estilo, sino porque a lo mejor, en el futuro, esa actividad va a ser
percibida como el hábito rudimentario y extendido de una época por ello
increíblemente penumbrosa, de esos períodos inexplicables, asociados a camadas
de individuos ineptos, en los que por culpa de algún déficit colectivo ninguna
persona logra hacerse visible, todos han sucumbido al dictado de aquellos tiempos
y de sus formatos sociales, económicos y culturales. (Es una de las formas como
el mundo humano devora a la gente, piensa). Y al contrario, se siente más
segura con la lectura de los diarios impresos porque la instalan en una
costumbre no solo más dilatada, lo que de por sí ya es indicio, según ella, de
buen tino, sino más cierta, más comprobadamente neutra: los seguidores de esa
ceremonia pueden ser vistos como protagonistas de una época sabia y durable, y
por ello merecen distinguirse en su anonimato. (Ésta es otra de las formas).
Al leer los diarios por internet se siente
amenazada por el peligro de la moda errónea, no tiene mejor forma de llamarlo,
cree que esa amenaza es más real de lo que parece, porque puede llegar a teñir,
a través de la inconsistencia de la vida de los demás, de inconsistencia su
propia vida. Sabe que de un modo u otro, lea los diarios como los lea, ella
siempre será un personaje menor y anónimo, un grano de arena demasiado liviano
en la acumulación de materia que es el mundo; pero imagina que si evita
plegarse a los mandatos y tics probablemente pasajeros, su vida será más cierta
y menos afectada.
Un
afectuoso saludol,
Olga
Martínez y Paco Robles
Otras presentaciones de Modo
Linterna de Sergio Chejfec:
Murcia
Lugar:
Espacio Cultural AB9. (C/Andrés
Baquero, 9)
Día y hora: martes, 6 de mayo, a las
19.30 horas
Presenta:
Miguel Ángel Hernández Navarro
Madrid
Lugar:
Librería Tipos infames (San Joaquín, 3,)
Día
y hora: miércoles, 7 de mayo, a las 20 horas
Presenta:
Antonio José Ponte
Zaragoza
Lugar: Librería Cálamo (San
Francisco, 4)
Día y hora: Viernes, 9 de abril a las 20
horas
Presenta: Daniel Mesa
Barcelona
Lugar: Librería Laie (Pau Claris,
85)
Día y hora: Lunes, 12 de abril a las
19.30
Presenta: Jorge Carrión
Vilafranca del Penedès:
Lugar: L´Escorxador (Escorxador
19-21)
Día y hora: Martes, 13 de abril, a las 20
horas
Presenta: Ignacio Echevarría
No hay comentarios:
Publicar un comentario