Hermida
Editores publica Historia de un crimen, la crónica del sangriento golpe de
Estado de Luis Bonaparte (Napoleón III) que Victor Hugo escribió en primera
persona
Madrid
30.04.2014
Testigo
directo del golpe de Estado que el 2 de diciembre de 1851 protagonizó el
presidente de la República francesa Luis Bonaparte, Victor Hugo escribió en Historia
de un crimen, declaración de un testigo la crónica de las cuatro primeras
jornadas que concluyeron de forma sangrienta con el aplastamiento de buena
parte de la oposición en la Asamblea Nacional, de la que el escritor era
miembro. Aunque el libro no se publicó hasta 1877, comenzó a redactarlo al día
siguiente del golpe. Ese mismo día una veintena de diputados
republicanos, entre ellos Victor Hugo, intentaron con poco éxito trasladar el
espíritu revolucionario a los barrios populares de París. Finalmente, se
levantaron unas setenta barricadas en el arrabal de Saint-Antoine y en los
distritos del centro de la capital. Aquella tarde el número de insurrectos no
pasaba apenas de mil o mil quinientos hombres.
El día 4,
alrededor de 30.000 soldados fueron desplegados en las zonas tomadas por los
insurrectos. Los soldados de la división Canrobert abrieron fuego, provocando
la matanza de entre cien y trescientas personas y centenares de heridos. Por la
noche la mayor parte de los insurrectos fueron aplastados. El balance de estas
jornadas en París ascendió a unas cuatrocientas personas asesinadas -hombres,
mujeres, niños y ancianos-, y 184 heridos entre los soldados.
Como señaló
Karl Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, el golpe de Estado fue
siempre la idea fija del sobrino de Napoleón. “Hasta tal punto estaba poseído
por ella, que la delataba y se le iba de la lengua a cada paso. Y era tan
débil, que volvía a abandonarla también a cada paso”, comenta Marx.
Pero ¿quién
era Luis Bonaparte? Sorpresa: una reciente investigación del el
antropólogo y genetista Gerard Lucotte, realizada por encargo de la asociación
El recuerdo Napoleónico, revela que no era el sobrino del emperador Napoleón,
al menos no por parte de su padre. Esta revelación no habría sorprendido a
Victor Hugo, que en su libro subraya que ni por su forma de ser ni por sus
comportamientos se parecía a su tío. Para el escritor era un político
“de gran seriedad, agradable compañía, encerrado en sus pensamientos; sin
impulsos, discreto, correcto, podía hablar suavemente de una carnicería
que considerase necesaria, y se mostraba dispuesto a ordenar una matanza si lo
creía conveniente para sus propósitos. Todo ello sin pasión y sin cólera”.
A juicio de
Marx, no era más que un aventurero al que le gustaba rodearse de individuos
“con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, vástagos degenerados y
aventureros de la burguesía”.
Hugo logra
imprimir tensión a su relato, en el que el primer plano del hecho y la anécdota,
dominado por la individualidad, se alterna con la descripción de escenas de la
sublevación popular en las calles de París y con las reflexiones, a menudo
sentenciosas y siempre perspicaces, que oportunamente intercala en ellas. Su
prosa inspirada y brillante cautiva al lector desde la primera página.
En Historia
de un crimen quiso legar a la posteridad el testimonio vivo de un episodio
histórico concreto, pero que puede servir de matriz para cualquier experiencia
similar de lucha contra la tiranía, independientemente de los resultados, que,
por desgracia, en este caso fueron adversos para los resistentes. De ahí que
veintiséis años después del golpe de Estado abriese su obra con la siguiente
cita: “Este libro es más que actual; es urgente. Lo publico”. Sabía que en
cualquier época y lugar del mundo siempre habrá algún déspota dispuesto a
imponerse sobre la voluntad popular y aplastar sin miramientos a quienes se
opongan a sus turbios planes.
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