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lunes, 4 de junio de 2012

63.- El camino de San Giovanni





Un gran clásico de la literatura italiana en la Feria del Libro de Madrid

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Hoy sale a la venta la nueva edición de
El camino de San Giovanni
«Una explicación general del mundo y de la historia debe tener en cuenta ante todo cómo estaba situada nuestra casa en la región llamada en un tiempo «punta de Francia», a media ladera, al pie de la colina de San Pietro, como en la frontera entre dos continentes.»

Así comienzan otros títulos de la Biblioteca Italo Calvino:
La hormiga argentina, 28«Cuando vinimos a instalarnos no sabíamos nada de las hormigas. Nos parecía que estaríamos bien, el cielo y el verde eran alegres, tal vez demasiado alegres para las preocupaciones que teníamos mi mujer y yo; ¿cómo podíamos imaginar la historia de las hormigas?»
La nube de smog , 27«En una de esas épocas en que no me importaba nada de nada, vine a establecerme a esta ciudad. Establecerme no es la palabra adecuada. La estabilidad no me interesaba; quería que a mi alrededor todo siguiera siendo fluido, provisional.»
Por último, el cuervo, 26«El nuevo jardinero era un chico de pelo largo, sujeto con una cinta. Iba subiendo por la alameda con la regadera llena, y tendía un brazo para equilibrar la carga del otro. Regaba las capuchinas muy lentamente, como si vertiera café con leche: en el suelo, al pie de las plantitas, se dilataba una mancha oscura.»
La entrada en guerra, 25«El 10 de junio de 1949 era un día nublado. Eran tiempos en que no teníamos ganas de nada. Fuimos a la playa de todas formas, por la mañana, un amigo mío que se llamaba Jerry Ostero y yo. Se Sabía que Mussolini hablaría por la tarde, pero no estaba claro si entraríamos en guerra o no.»

Bajo el sol jaguar, 24«Como epígrafes de un alfabeto indescifrable, la mitad de cuyas letras han sido borradas por el esmeril del viento cargado de arena, así quedaréis, perfumerías, para el hombre sin nariz del futuro.»
El sendero de los nidos de araña, 23«Para llegar hasta el fondo del callejón, los rayos del sol tienen que bajar verticalmente, rasando las paredes frías, separadas por arcos que cruzan una franja de cielo de color azul cargado.»
La especulación inmobiliaria, 22«Levantar la vista del libro (leía siempre en tren) y redescubrir, pieza a pieza, el paisaje -el muro, la higuera, la noria, las cañas, a escollera-, las cosas vistas desde siempre, de las que sólo ahora, por haber estado lejos de ellas, se daba cuenta: éste era el modo en que Quinto, cada vez que volvía, reanudaba su contacto con su tierra, la Riviera.»
Correspondencia (1940-1985), 21«A Mario Calvino- San Remo
Queridos padres:
Recibí la carta de mamá. Aquí todo bien. Viaje incómodo en un autobús abarrotado y desvencijado. Estancia excelente. Hotel de gran lujo. Buenas habitaciones, buena cocina. Clientela vieja y enferma.»
Los amores difíciles, 20«En el compartimento, junto al soldado de infantería Tomagra, se sentó una señora alta y opulenta. A juzgar por el vestido y el velo, debía de ser una viuda de provincias: el vestido era de seda negra, apropiado para un largo luto, pero con guarniciones y adornos inútiles.»
Por qué leer a los clásicos, 19«Empecemos proponiendo algunas definiciones.
1. Los clásicos son esos libros de los cuales suele oírse decir: «Estoy releyendo.» y nunca «Estoy leyendo.» [.].»
Todas las cosmicómicas, 18«Hubo un tiempo, según sir George H. Darwin, en que la Luna estaba muy próxima a la Tierra. Fueron las mareas las que poco a poco la empujaron lejos: las mareas que la Luna provoca en las aguas terrestres y en las que la Tierra pierde energía lentamente.»
Cuentos fantásticos del XIX, 17«El cuento fantástico es uno de los productos más característicos de la narrativa del siglo XIX y, para nosotros, uno de los más significativos, pues es el que más nos dice sobre la interioridad del individuo y de la simbología colectiva.»
Mundo escrito y mundo no escrito, 16«El Buen Lector espera las vacaciones con impaciencia. Para las semanas que pasará en una solitaria localidad marítima o montañosa, ha reservado cierto número de lecturas de las que más le gustan y saborea por anticipado el placer de las siestas a la sombra, el crujir de las páginas.»
Nuestros antepasados, 15«Recojo en este volumen tres historias que escribí en la década de los cincuenta a los sesenta y que tienen en común el hecho de ser inverosímiles y de ocurrir en épocas remotas y en países imaginarios.»
Cuentos populares italianos, 14«Si en una época de mi actividad literaria me atrajeron los folk-tales, los fairy-tales, no era por fidelidad a una tradición étnica ni por nostalgia de las lecturas infantiles, sino por interés estilístico y estructural, por la economía, el ritmo, la lógica esencial con que son narrados.»
Ermitaño en París, 13«Turineses de adopción -en el campo de la literatura- creo que no somos muchos. Milaneses de adopción conozco muchos -¡ya lo creo!: con casi la totalidad de los literatos de Milán!- los romanos adoptivos siguen aumentando.»
Palomar, 12«El mar está apenas encrespado, olas pequeñas baten la orilla arenosa. El señor Palomar de pie en la orilla mira una ola. No está absorto en la contemplación de las olas. No está absorto porque sabe lo que hace: quiere mirar una ola y la mira.»
Colección de arena, 11«Hay una persona que colecciona arena. Viaja por el mundo y cuando llega a una playa marina, a las orillas de un río o de un lago, a un desierto, a una landa, recoge un puñado de arena y se la lleva.»
El castillo de los destinos cruzados, 10«En medio de un espeso bosque, un castillo ofrecía refugio a todos aquellos a los que la noche sorprendía en camino: damas y caballeros, séquitos reales y simples viandantes.»
Si una noche de invierno un viajero, 9 «Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto.»
La jornada de un escrutador, 8«Amerigo Ormea salió de casa a las cinco y media de la mañana. El día se anunciaba lluvioso, para llegar al colegio electoral del que era escrutador, Amerigo seguía un recorrido de calles estrechas y tortuosas, empedradas todavía con viejos adoquines.»
Marcovaldo, 7«El viento, llegando a la ciudad desde lejos, le trae regalos inesperados, de los que tan solo se aperciben algunas almas sensibles, como las afectadas por la fiebre del heno, a las cuales hace estornudar el polen de flores de otras tierras.»
El caballero inexistente, 6«Bajo las rojas murallas de París se alineaba el ejército de Francia. Carlomagno iba a pasar revista a los paladines, llevaban allí más de tres horas; hacía calor; era una tarde de comienzos del verano, algo cubierta, nubosa; dentro de las armaduras se hervía como en sartenes a fuego lento.»
El barón rampante, 5«Fue el 15 de junio de 1767 cuando Cosimo Piovasco di Rondò, mi hermano, se sentó por última vez entre nosotros. Lo recuerdo como si fuera hoy. Estábamos en el comedor de nuestra villa de Ombrosa, las ventanas enmarcaban las frondosas ramas de la gran encina del parque.»
El vizconde demediado, 4«Había una guerra contra los turcos. El vizconde Medardo de Terralba, mi tío, cabalgaba por la llanura de Bohemia hacia el campamento de los cristianos, lo seguía un escudero llamado Curzio.»
Las ciudades invisibles, 3«No es que Kublai Kan crea en todo lo que dice Marco Polo cuando le describe las ciudades que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus mensajeros o exploradores.»
Seis propuestas para el próximo milenio, 2«Estamos en 1985: apenas nos separan quince años del comienzo de un nuevo milenio. Por el momento no veo que la proximidad de esa fecha despierte una emoción particular, de todas maneras no estoy aquí para hablar de futurología, sino de literatura.»
De fábula, 1«En la lectura de las fábulas africanas lo que primero suscita nuestra curiosidad es menos el debatido problema de la historia y origen que su futuro. Un libro de cuentos populares africanos aparece ahora en Italia: ¿llegará alguno de ellos a formar parte de nuestra tradición?»

Elena Palacios epalacios@siruela.com 91 355 57 20
Ana Soteras:
asoteras@dcomunicacion.com 91 702 23 88 


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