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jueves, 22 de marzo de 2012

210.- Los crímenes de la época

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El Nadir publica los relatos "Los crímenes de la época" de la anarquista Louise Michel



La comunera comprometida

En “Los crímenes de la época” de Louise Michel se suceden los excesos: crímenes sin castigo, abuso de niños o necrofilia, penas desmedidas, erróneas, culpables e inocentes sujetos a un destino atroz. La obra de ficción de Louise Michel sorprende por el despojamiento verbal que contrasta con la retórica ornamental y recargada de muchas de las obras más populares de aquel siglo.

Louise Michel, figura estelar del anarquismo, no tiene obra traducida en España. Su participación en los acontecimientos de La Comuna, y su abundante obra literaria, ficción, cuentos, poemas y memorias, abogarían por lo contrario.

Louise Michel pertenece a esa clase de escritoras que no esconden sus ideas. Tras el humo del tabaco que llena los tugurios descritos por Michel, la escritora intuye que sin rebeldía no hay salvación. Michel no describe la sociedad real tal cual es, sino como la percibe. Recoge el argot de los bajos fondos, junto a metáforas que equiparan a los personajes de las clases corrompidas con animales carroñeros. Escritura que Caroline Granier, una estudiosa de la obra de Michel, ha calificado como «delirante». Escritura comprometida y feroz, tremendamente visual, de frases cortas repletas de elipsis que parecen sentencias capaces de resumir vidas o circunstancias, como si formasen parte de un guión cinematográfico para una película.

Hija de un terrateniente y una criada, nació en el castillo de Vrancourt La-Côte en 1830. Recibe una educación liberal, lee a Voltaire y Rousseau, germinando en ella las ideas republicanas y el sueño de una sociedad justa. Cuando sus hermanastros la expulsan del castillo decide ganarse la vida como instructora. Aunque no frecuente círculos artísticos, colabora en periódicos de la oposición y llega a cartearse con Victor Hugo. En el año decisivo de 1869, Louise toma parte activa en la formación del movimiento anarquista y conoce al blanquista Théophile Ferré con quien mantiene una relación sentimental. Luego participará en La Comuna dirigiendo un batallón de mujeres. Será condenada a la deportación a Nueva Caledonia, y siempre perseguida, encarcelada en varias ocasiones. Fue objeto de atentados y conservó hasta su muerte en Marsella en 1905, una bala alojada en su cerebro, disparada por un agresor al que Michel perdonó.

"Yo he enarbolado la bandera negra y he manifestado que el pueblo se halla sin trabajo y sin pan. Tal es el crimen que he cometido. Decís que queremos la revolución. Pero es la fuerza de las cosas quien hace la revolución”. (Declaración ante la Audiencia del Sena 22-06-1883).

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