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martes, 6 de septiembre de 2011

52.- Boletin de novedades La Esfera de Los Libros




Antonio y Cleopatra
Adrian Goldsworthy
El apasionado romance de Marco Antonio y Cleopatra es una de las grandes historias de amor de todos los tiempos. Él fue el hombre más poderoso del mundo romano durante un tiempo, hasta su derrota por el joven frío y calculador Augusto, que después se proclamaría primer emperador de Roma. Ella fue la inteligente, ambiciosa y bella reina del reino egipcio. Juntos vivieron un lujoso esplendor, lucharon por un imperio que perdieron y acabaron quitándose la vida.

Dos mil años de imaginación romántica han sepultado una verdad aún más interesante. Antonio no era sólo un soldado, y de hecho tenía poca experiencia y dotes militares; su subida al poder tuvo más que ver con sus aptitudes políticas y con el azar. Cleopatra no era una egipcia cualquiera, sino la última reina de una dinastía creada por uno de los generales de Alejandro Magno. Sólo gracias al apoyo romano, y concretamente gracias César y Antonio, sus amantes, pudo mantenerse en el poder en una corte en la que el mayor peligro eran los rivales de su propia familia y el asesinato era cosa habitual.


La ausencia
El sentir melancólico en un mundo de pérdidas
Vicente Verdú
La ausencia es un mal característico y global de nuestro tiempo. Ausencia moral e instrumental que se padece en casi todos los órdenes de la vida a través de la pérdida de referentes, de proyectos y de remedios.

A esta realidad se une la emoción misma de la ausencia, que no se localiza en un lugar exacto pero que, sin embargo, «palpita, saliva y existe; conduele, clama, desconsuela». Esa nada que segrega la ausencia, ese silencio, se pone muchas veces de manifiesto en el amor, la música, la pintura, el dolor, la política… y no tiene rescate ni redención, por ahora.

Vicente Verdú, con esa hondura a la que nos tiene acostumbrados, desmenuza en este libro todas y cada una de estas ausencias.


Rubalcaba
El monje del poder
Julio Somoano
Ángel y demonio. Fouché, Talleyrand y Maquiavelo. Halcón y paloma. Diplomático y fontanero, negociador y funambulista. «Continuidad y cambio», como ha dicho él. Mano de hierro, guante de seda y hábito de monje de la política. La palabra «Rubalcaba» significa un poco de todo esto y más. Mucho más. La mitad de los españoles le adora. La otra mitad le detesta. Y casi todos le temen.

El monje del poder ha vivido de manera espartana en su celda del ministerio/monasterio. Duerme poco y come menos. Se alimenta de política. Alfredo Pérez Rubalcaba se ha mantenido en el círculo de confianza de todos los líderes socialistas, gracias a su dominio de la comunicación. Y también a su maestría para la intriga y la ocultación.

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