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martes, 27 de septiembre de 2011

264.- "Lectores en la nube" con Lorenzo Silva y Niños feroces




Lectores en la nube es el nombre para designar a este nuevo proyecto del Proyecto Ebook y Biblioteca, que comprende la dinamización de la novela Niños feroces de Lorenzo Silva (publicada por Destino), y que se sustenta en la lectura enriquecida, la conversación pautada, la participación del autor y la mediación de la Biblioteca a través de twitter y el blog. Una dinamización en la nube para una novela histórica, con grandes dosis de intriga y dudas, en la que los lugares son esenciales.


La cita será mañana, miércoles 28 de septiembre, a las 20.30 horas, en el Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en Peñarada de Bracamonte (Salamanca). El acto contará con la presencia de Lorenzo Silva y de los cuarenta y cinco lectores, de entre 19 y 39 años, que participan en esta nueva experiencia de lectura electrónica.

Será entonces cuando el autor de Niños feroces conozca la ciudad peñarandina y los lectores que la habitan, para luego ocupar un lugar en la nube y conversar ... Conversar sobre su nueva novela en una lectura 2.0 en un proyecto dinamizado e investigado; un proyecto que aúna las herramientas más sociales junto con los encuentros en la tierra y en línea; en el que se estudiarán la comprensión de la lectura, la lectura dialógica, la apropiación de los distintos dispositivos (tabletas, ereaders), la lectura lineal versus la lectura enriquecida...

¡Comienza la cuenta atrás y desde Destino seguiremos con expectación a este grupo de "Lectores en la nube" de Niños feroces!



***
DOSSIER DE PRENSA - Niños feroces



Un autor
con huella digital


Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha escrito, entre otras, las novelas La flaqueza del bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), Noviembre sin violetas, La sustancia interior, El urinario, El ángel oculto, El nombre de los nuestros, Carta blanca (Premio Primavera 2004) y la Trilogía de Getafe, compuesta por Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, El cazador del desierto y La lluvia de París, el libro de relatos El déspota adolescente y el libro de viajes Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos.

También es autor de la serie policíaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro, iniciada con El lejano país de los estanques (Premio Ojo Crítico 1998), y a la que siguieron El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000), La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro, La reina sin espejo y La estrategia del agua.

Sigue el blog del autor (http://lorenzo-silva.blogspot.com) y su perfil en Twitter @VilaSilva.


Una escritura comprometida
con los tiempos actuales


“No hay humano completo sin la noción del horror”



Un relato vibrante que recorre los escenarios de una Europa en guerra, desde Madrid a Berlín, con un alto en el Portbou donde encontró la muerte Walter Benjamin; desde la primera línea de fuego de la encarnizada batalla de Krasny Bor hasta los áridos campos de Nayaf.

Lázaro, el joven, es aprendiz de escritor que, falto de fe en sí mismo, teme enfrentarse al papel en blanco. Su maestro del taller de escritura, que también se llama Lázaro, opina que éste tiene el talento y la capacidad para escribir lo que quiera, pero el muchacho alega que el principal problema es que no tiene argumentos, que le falta imaginación para construirlos. Así que el profesor decide regalarle más que una historia...

A modo de diario de guerra, de novela histórica, Lorenzo Silva rubrica un alegato contra el belicismo a caballo entre la realidad y la ficción. En boca de Lázaro, el joven aspirante a escritor, y de la mano del otro Lázaro, el maestro, seremos testigos directos de las vicisitudes de un joven soldado, Jorge García Vallejo, que con apenas 20 años decide combatir con la División Azul en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. De este forma, en un juego de espejos narrativo, Silva muestra al lector los niños feroces que hace varias décadas empuñaron un fusil durante la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial y los que en la actualidad lo hacen en Irak y Afganistán.

Esta historia, narrada en tres espacios temporales históricos -los años cuarenta, el otoño de 1989 y la actualidad-, recupera el valor de la tradición oral, la importancia de los testimonios personales de primera mano, de la documentación de aquellas voces que están desapareciendo de nuestra historia y que son parte viva de ella.

Y en ellos, inadvertidamente, el autor compone un retrato de esos jóvenes impetuosos que hacen las guerras en primera línea, a pie de trinchera y a cara de tanque, ganando la marca de la hombría y de la culpa, mientras otros, supuestos hombres hechos y derechos, toman en retaguardia la decisión de enviarlos al frente y se desentienden del horror que sufren y que causan.


“¿Juráis ante Dios y por vuestro honor de españoles
absoluta al jefe del ejército alemán Adolf Hitler en la lucha
contra el comunismo, y juráis combatir como valientes
soldados, dispuestos a dar vuestra vida en cada instante
por cumplir este juramento?”

Hombres ambiciosos y niños feroces

“Todavía se aplicó más cuando comenzó la instrucción de tiro. Nunca olvida-
ría aquella mañana en que por primera vez abrió fuego con su fusil. Al sentir
en el hombro su brusco retroceso, con aquel estampido que le atronó los
oídos y el olor a pólvora que le llenó la nariz, se acordó de su padre. Ya era
como él, un verdadero soldado. Y sintió, feliz, que había encontrado su lugar
en el mundo”.


Jorge García Vallejo apenas llega a la veintena cuando se enrola voluntario para la División Azul a principios de los años cuarenta. Tras un largo periplo bélico, acabará convirtiéndose en un Unterscharführer de las Waffen-SS que, tras batallar del frente ruso a la Rumania llegará a las calles de Berlín el día de la caída del Tercer Reich. A su parecer, él está hecho de la pasta de los elegidos, de los que no se desmayan. Vive la Guerra Civil Española siendo un adolescente en el seno de una familia nacional de militares. Su padre, fusilado los primeros tiempos del conflicto, es una ausencia presente que planea a lo largo de su periplo por Europa. ¿Estará orgulloso de él?

Imbuido por el espíritu patriótico, por el sentimiento de pertenencia a un colectivo, a un grupo de hombres unidos por un mismo objetivo: derrotar al comunismo, vencer al diablo rojo, Jorge se siente invulnerable, imparable, capaz de todo. Después de una instrucción en un acuartelamiento bávaro, la División Española de Voluntarios se une a la campaña de Rusia, la entonces aun victoriosa Operación Barbarroja. Destinado a una batería de obuses, descubre qué significa hacerse un hombre en la primera línea de fuego, se enfrenta a sus propios límites y miedos en la terrible batalla de Krasny Bor, donde lucha con los zapadores, en uno de los episodios bélicos más significativos de la contienda mundial.

Jorge madura en las trincheras junto a sus compañeros de armas. Uno de ellos es Laureano Grau, un ex legionario que le descubre el amor, a través de una enfermera letona, Daina, y con quien regresa al combate tras un breve descanso patrio para defender la frontera rumana y luego Berlín del cerco enemigo tras entender que el régimen franquista no va a concederles ninguna medalla a los soldados que luchaban más allá de sus fronteras. Así es como se convierte en miembro de en una unidad apátrida, repudiada y proscrita, entre los que se contaban incluso ex soldados republicanos que prefirieron tomar las armas a seguir trabajando como esclavos en las fábricas o peor aún, a terminar en un tren camino de algún campo de concentración. Así es como Jorge conoce a Velasco, otro soldado de pura cepa, al que se une para participar en la decisiva batalla de Stargard a comienzo de 1945 y con el que vivirá el fin del horror nazi.


Historias interconectadas



Lorenzo Silva usa a los jóvenes Lázaro y Jorge para reflexionar sobre quién defiende nuestras trincheras -jóvenes extranjeros que ansían un documento de residencia, una nacionalidad, mientras se preparan para ir a la guerra frente a la nueva versión de Call of Duty- e invita, tanto al joven aprendiz como al lector, a preguntarse por los enjuiciamientos morales de los hombres que aprietan el gatillo en nuestro nombre en cualquier guerra y especialmente, nos insta a cuestionarnos: ¿Quiénes protegen nuestras trincheras? ¿A quiénes mandamos a combatir? Y no sólo hace 70 años, sino hoy mismo, mañana.

Lázaro tiene 23 años (casi 24, como dice él) y se autodefine como “un miembro anómalo” de su generación. Nacido en una casa con más de 5.000 libros, se ha leído una buena parte. Y no sólo de las aventuras de Harry Potter, sino que cita a Evelyn Waugh para describir su pasión por la narrativa. Escribe desde los siete u ocho años y recién se ha apuntado a un taller con la ilusión de culminar su deseo: tallar una buena novela.

Siguiendo los consejos de su coach literario, un escritor que a su vez inició su recorrido narrativo de la mano de otro maestro, Jorge García Vallejo, que un otoño de 1989, mientras Europa de desperezaba de su larga y fría hibernación, en un parque de Madrid, le narró su vida a un joven estudiante universitario. A través de esta historia de regalos literarios, el maestro, igual que en su día recibiera toda una lección vital, le muestra el camino al joven escritor. Y éste no es sólo literario, sino también moral: escribir es un deber, una forma de ordenar el mundo, de expiar los pecados de la humanidad, de comprender el horror y la barbarie. Y lo más importante, es una forma de reflexionar.


“Si Dostoievski hubiera compartido tus aspavientos, no tendríamos a Raskólnikov. Si Nabokov hubiera sido tan mojigato como tú, no tendríamos a Humbert Humbert. Y si Shakespeare hubiera padecido tus estrecheces, sencillamente no sabríamos de él. Búscame una sola de sus grandes tragedias donde no haya tiranos, asesinos o incluso genocidas en los que descanse el peso de la historia.”



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Septiembre de 2011

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