viernes, 28 de agosto de 2009
252.- ELVIRA LINDO ESTIMA QUE “TRISTANA”, DE GALDÓS, “ES UNA BRUTAL NOVELA ERÓTICA”
ELVIRO LINDO ESTIMA QUE “TRISTANA”, DE GALDÓS, “ES UNA BRUTAL NOVELA ERÓTICA”
Cuatro nuevos títulos editados en los tomos 16 y 17: Tristana, La loca de la casa, Nazarín y Halma
El Cabildo de Gran Canaria ha puesto en circulación los tomos número 16 y 17 de la Colección “Galdós: Arte, Naturaleza y Verdad”, que desde el año 2006 viene editando con la intención de difundir masivamente buena parte de la obra completa del más universal de los escritores canarios, Benito Pérez Galdós (1843-1920). El tomo 16 corresponde a las novelas del Galdós maduro siempre interesado por las individualidades concretas sin olvidar el palpitar de su tiempo, Tristana y La loca de la casa, mientras que el tomo 17 recoge la edición de los títulos Nazarín y Halma, publicadas en 1895 y en las que el novelista ofrece una mirada espiritualista al fin de siglo europeo. El tomo 16 está prologado por la escritora gaditana Elvira Lindo, mientras que el 17, fue encargado a James Whiston, catedrático del Trinity College de Dublín y crítico literario.
Nunca antes en Canarias la ingente obra del autor de los Episodios Nacionales se había articulado alrededor de una edición masiva con la finalidad de divulgar las obras que integran el extenso y fecundo corpus literario del novelista y dramaturgo, considerado como uno de los escritores realistas más representativos del siglo XIX del panorama europeo.
Lindo asegura en el prólogo del tomo 16 que Tristana “es, por encima de otras tantas cosas, una brutal novela erótica” Para la escritora “el erotismo bulle en el fondo de la historia sin salir nunca a la superficie; esta contención es voluntaria y es una constante en el universo galdosiano”, señala Lindo, para quien dicha novela es moderna, por sintética y honda. “Galdós está en Tristana más que en ninguna otra criatura que haya creado: él, al igual que ella, deseó ser libre para amar a mujeres libres que pudieron expresarse de la misma manera arrebatada que su heroína sin que la vida las castigara arrojándolas a la desgracia. Los amantes de esta heroína deberíamos acercarnos a ella cada diez años, dejando que el cambio que le tiempo ha provocado en nosotros nos conceda la oportunidad de disfrutarla cada vez con una nueva mirada”, apunta Lindo.
Como respuesta a una apreciación crítica que tachaba el final de Tristana como moralista, Galdós escribió La loca de la casa, eligiendo un género híbrido de novela dialogada. Si bien la escritora asegura que ambas novelas “comparten un interés común, el de la subordinación a la que la sociedad de finales del XIX sometía a las mujeres”, estima no encontrar en ellas la misma naturaleza literaria. Para Lindo, La loca de la casa respira un aire mucho más ligero y tiene momentos decididamente cómicos, aunque no se observa en ella “ni la hondura ni la melancolía que destila su heroína novelesca. Su desenlace es tan feliz como poco realista”, señala.
Para Elvira Lindo es una injusticia que Galdós haya quedado enterrado “bajo el manto de escritor decimonónico y rancio que le tejieron sus detractores. Una injusticia que a los amantes de su literatura, que también somos muchos, nos duele, como si estuvieran profanando la memoria de un padre”.
El tomo 17 reúne las obras Nazarín y Halma, escritas en el mismo año de 1895, tres años antes de que naciera el futuro caudillo de España, Francisco Franco. “Para liberales como Galdós, no hubo medio de parar el tiempo, ni de volver atráss el reloj de la historia, y las novelas Nazarín y Halma demuestran este agudo conocimiento de la necesidad de ajustarse a los tiempos, no de manera cínica y contemporizadora, sino con un sentido de realidad y transacción para con las instituciones que dan sentido y forma a la vida humana”, escribe en el prólogo de dicho tomo James Whiston.
Con estas dos novelas, explica Whiston, Galdós escogió dos personajes “bien diferentes para contraponer valores distintos de clase social” entre un sacerdote y una condesa. Los dos títulos exponen el tema del dilema espiritual de dos personajes del gran mundo social, que son retratados como desilusionados de la vida, de un juego “entre un mundo ideal de verdades eternas y otro mundo de instituciones bien falibles y mudables, elaboradas por el ingenio humano para la supervivencia de la raza, pero también amenazadas por la soberbia y la venalidad humanas”, concluye James Whiston.