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jueves, 25 de septiembre de 2008

232.- EL NADIR PUBLICA “SI YO FUERA UN HOMBRE” DE CHARLOTTE P. GILMAN

EL NADIR PUBLICA “SI YO FUERA UN HOMBRE” DE CHARLOTTE P. GILMAN
“Si yo fuera un hombre y otros relatos”, de la escritora norteamericana precursora del feminismo, Charlotte Perkins Gilman, es el nuevo título de la colección Narrativas El Nadir. Charlotte Perkins Gilman (1860-1935) Nació en Hartford, Nueva Inglaterra en el seno de una familia ilustrada. Charlotte fue sobrina nieta de la autora de “La cabaña del tío Tom”, Harriet Beecher Stower. A causa de una depresión tras el parto de su hija los médicos le prohibieron leer y escribir, actividad que le permitía escapar de su asfixiante vida familiar de esposa y madre, por considerar que el trabajo intelectual era perjudicial para su salud. A Charlotte, lectora empedernida, se la condenó a no tocar una pluma en toda su vida y a pasar la mayor parte del día tumbada en su cama. Fruto de esta experiencia fue el relato “El papel de pared amarillo”, en el que describe el descenso a la locura de una mujer que permanece en su habitación, con los ojos fijos en el papel pintado. Charlotte decidió escapar de ese horror y dedicó su existencia a la literatura escribiendo relatos y novelas, y a la lucha por los derechos de las mujeres, inquietudes que plasmó en numerosos escritos ensayísticos. Se definía a ella misma como humanista y defendió igualmente el derecho al bien morir. El 1935 se suicidó mediante el uso de cloroformo. Dos años antes se le había diagnosticado un cáncer de mama.
En todos los relatos que contiene este libro cargado de ironía, mujeres cultas o incultas tomarán una decisión inapelable para resolver un problema que las conduce hacia alguna forma de felicidad. Mediante determinadas actuaciones, las protagonistas no sólo conquistan su destino sino que propician un acto de justicia al margen de la ley que las oprime. En esas historias abundan maridos infieles, y amantes algo infames, pero también surgen hombres sensibles y apocados que necesitan un corte existencial. En todos los personajes se respira el mismo impulso de libertad, el mismo optimismo. Y bajo la aparente sencillez de la escritura de Gilman, lo que requiere un soberbio dominio del estilo, la autora nos introduce en escena, describiendo en párrafos concisos tanto ambientes urbanos como rurales, en los que se desenvuelven sus personajes, dibujando su pasado mediante rápidos flahs backs, o introduciéndonos en sus fantasías y elucubraciones, como en una ecuación para, planteados los términos del problema, ofrecernos el resultado en una sola línea al final del relato.
En la mayoría de las novelas escritas por mujeres en el siglo XIX y XX aparecen metáforas comunes en torno al espacio: la habitación, la casa, la tierra y el mar. La oposición dormitorio o casa /mar está muy presente como principio que estructura el relato. La habitación a menudo se utiliza como metáfora del confinamiento físico y psicológico al que se ven sometidas las mujeres y en ninguna obra este tema está mejor descrito como en la de Gilman. La ficción de Gilman hace gala además de un programa concreto, y presupone que una sociedad más igualitaria puede aliviar y hasta eliminar el dolor psíquico de la mujer. Relatos como "La casita de campo”, “Un vuelco” o “Haciendo un cambio”, incluidos en “Si yo fuera un hombre y otros relatos”, y traducidos por primera vez al español, muestran las posibilidades y los buenos resultados obtenidos cuando se modifican ciertos ambientes domésticos, o cuando se mejoran las relaciones interpersonales, y las posibilidades laborales para ambos sexos.
El Nadir, septiembre de 2008
www.editorialelnadir.com