Este poema de Christoph Martin Wieland está admirablemente escrito y es muy divertido. Su rara liberalidad le costó a Wieland, el escritor más importante en alemán hasta la aparición de Goethe, la recusación por inmoral de las generaciones posteriores.
CHRISTOPH MARTIN WIELAND (Biberach, 1733 – Weimar 1813) fue uno de los mayores escritores en alemán del siglo XVIII. No hubo género que escapara a su incansable afán por formar y vertebrar un público lector entre los habitantes de los más de 300 estados que entonces constituían los territorios de habla alemana. Narrador, poeta y traductor, entre sus obras destacan Agathon (1766), Idris y Zenida y Musarion (1768), Diógenes (1770), El espejo de oro (1772), así como las primeras traducciones que se hicieron a esa lengua de Shakespeare, Horacio, Luciano y Cicerón.
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