SOL DE BRUJAS
¿Sabemos qué hacen nuestros hijos cuando miran la pantalla de su móvil?
«Conocer casos reales de acoso escolar a través de las redes me empujó a escribir Sol de brujas, una historia de personajes lacónicos, dotados de gran profundidad psicológica, que se mueven en escenarios corruptos y en la que prima la denuncia social. Siempre había usado los crímenes como hilo conductor de mis novelas, pero hasta ahora no había encontrado una trama que me sedujera para enfrentarme a una novela cien por cien negra, que fuese moderna y a la vez me permitiese respetar a los clásicos del género.»
FÉLIX G. MODROÑO
SOL DE BRUJAS
Sol de brujas es como llaman los viejos norteños a ese sol de falsas apariencias que extiende sus rayos engañosos entre nubarrones de lluvia. En días así transcurre la nueva novela de Félix G. Modroño.
Sol de Brujas se desarrolla en la ciudad de Santander y en los maravillosos paisajes de Costa Quebrada, entre los que surgirá la figura de Silvia Martín, una joven subinspectora de policía recién llegada al equipo de Alonso Ceballos que se convertirá en una pieza vital de la investigación y cuyo carácter y valentía no tardan en hacerla destacar.
«Por eso necesitaba sentirse útil y por eso quería probar suerte en la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta. Pero iba a cumplir treinta y tres años y seguía sin encontrar su sitio. ¿Qué coño se le pasó por la cabeza en la época que se enroló en el Ejército después de graduarse en Psicología? ¿De dónde le venía ese afán de servicio a los demás?»
Silvia Martín es un personaje destinado a crecer que estamos seguros que os cautivará. En más de una ocasión su pasión de principiante la llevará a seguir pistas que al resto del equipo le pasarán desapercibidas. Solo confiará en una policía de la brigada de inteligencia, que acabará siendo su confidente y es posible que algo más. Isabel Ares y Silvia Martín protagonizarán un curioso juego de seducción a lo largo de la investigación a espaldas del inspector Ceballos. El lector será testigo privilegiado, ya que la propia Isabel Ares se convertirá en narradora de la historia derribando la cuarta pared para formar parte de la trama.
«Silvia apuró su cerveza y se quedó callada unos segundos. De repente, dejé de sonreír y le miré el escote con descaro.
—¿Puedo preguntarte algo personal? —me preguntó, al darse cuenta.»
LA VÍCTIMA
Con un comienzo impactante, Félix G. Modroño profundiza en la novela negra sin abandonar aquellos rasgos que le han hecho sobresalir en sus libros, dando lugar a una historia con un manejo exquisito del lenguaje en la que explora temas como el bullying o el peligro que esconden las redes sociales para los jóvenes por su sexualización a edades tempranas.
«El amanecer descubrió el cuerpo de la niña, colgado de una grúa, balanceándose a merced del viento que soplaba con violencia sobre la bahía.
Los chillidos de las gaviotas exaltadas que revoloteaban a su alrededor completaban la banda sonora de aquella macabra estampa a contraluz. Al fondo, un sol tramposo de rayos oxidados se desperezaba bajo la bruma.»
El cuerpo de una niña aparece colgado de la Grúa de Piedra en la bahía de Santander. Está expuesto, tiene la boca cosida y las manos cubiertas con gasas. Su uniforme escolar conduce al inspector Alonso Ceballos, un veterano policía santanderino, y a la subinspectora Silvia Martín, una agente recién llegada de Palencia, a investigar en las aulas del elitista colegio Peñas Viejas. Muy pronto relacionan el caso con la muerte de otra alumna del centro en una playa de Costa Quebrada unos meses atrás, aunque la investigación determinó que se había suicidado. El equipo policial avanzará poco a poco en la resolución de un misterio en el que se entrelazan historias de mafia, acoso escolar y rincones oscuros de las redes sociales. Una pregunta sobrevuela durante toda la lectura de Sol de brujas:
¿Sabemos qué hacen nuestro hijos cuando miran la pantalla de su móvil?
«Hemos creado una sociedad sexualizada, de adolescentes prematuras. Niñas que descubren el mundo a topetazos a través de los teléfonos que sus padres les regalan en su primera comunión, sin ser conscientes de que ese preciso momento marca el principio del fin de su inocencia.»
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