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domingo, 13 de noviembre de 2016

REVISTA LITERATURAS.COM 'LA CONDICIÓN ANIMAL' por Valeria Correa Fiz





LA CONDICIÓN ANIMAL
Autora: Valeria Correa Fiz
Editorial: Páginas de Espuma
Nº de páginas: 168
Por Eduardo Cruz Acillona

Decía el griego Sófocles (y perdón que me remita a los clásicos así, desde el principio, y sin avisar) que la obra humana más bella es la de ser útil al prójimo. Bendito deseo y generosa fotografía del potencial del ser humano, sobre todo viniendo de alguien calificado como poeta trágico. Tuvieron que pasar dos siglos para que llegara el autor de comedias latino Plauto (quién si no, mas que un autor de comedias) para enmendarle la plana y hacernos ver que el hombre es un lobo para el hombre.
Más cerca de Plauto que de Sófocles, Valeria Correa Fiz rasga las vestiduras del ser humano, lo desnuda de convenciones universales y, en este su primer libro de relatos, nos muestra sin artificios ni anestesia al lobo que llevamos dentro.
Duele verse reflejado en este espejo. Avergüenza reconocer que todos estamos hechos de la misma pasta que los personajes que pueblan las páginas de La condición animal, como esa joven cuya forma de mirar parece un alarido (Una casa en las afueras), el chico humillado por todos sus compañeros por no haber tenido aún una relación sexual (La vida interior de los probadores), la chica enferma que piensa que la venganza es un plato que se come frío y, sobre todo, en grandes cantidades (Regreso a Villard), el guionista que baja a los infiernos para buscar allí la inspiración perdida (Deriva), etc
Son relatos habitados por monstruos terrenales, por terrores cotidianos, esos a los que damos la espalda cuando ocupan los titulares de los informativos bajo el aséptico epígrafe de Sucesos cuando no de Política o Economía.
Refuerza más ese primitivismo en la conducta cuando los relatos están ordenados y clasificados en cuatro grupos: Tierra, Aire, Fuego y Agua. Los cuatro elementos fundamentales, básicos de la materia. No hay, pues, espacio para esos convencionalismos que nos dota la condición de humanos como el sentido común, la educación, el perdón, etc
La condición animal es un espejo poco favorecedor de la condición humana. Y la autora no le permite concesiones ni treguas al lector salvo, quizás, en el relato Nostalgia de la morgue, curiosamente el más extenso, donde el amor triunfa sobre el dolor y uno llega a reconciliarse con uno mismo y con el prójimo. En contraposición, El mensajero, curiosamente el relato más corto, es de una amargura tan terrible que se necesita más de una página en blanco después para recobrar el aliento y poder seguir leyendo.
Estamos ante el debut de una autora que podríamos calificar de sorprendente si no apareciera bajo el cuño de Páginas de Espuma, editorial que, año tras año, nos regala el feliz descubrimiento de un autor novel en ese terreno de juego literario tan complicado como es el relato breve.
No deberían no leer La condición animal. Pero prepárense a descubrir que cualquiera de nosotros puede levantarse un día convertido en Sí, La metamorfosis. Sí, Kafka. Porque los animales que nos habitan en el interior también tienen pesadillas.



ENTREVISTA A VALERIA CORREA FIZ

Escribir es mi forma de pensar y de pensarme

Debut literario, nada menos que en Páginas de Espuma, y poniendo patas arriba nuestras convicciones morales y colocando el adjetivo presuntos a lo que siempre hemos pensado que somos: seres civilizados.
Me siento muy afortunada, muy feliz de integrar el catálogo de Páginas de Espuma.
En relación con la segunda parte de la pregunta, me gusta pensar que la literatura sirve para cuestionar nuestras convicciones, para obligarnos a hacernos preguntas; un libro debería ser un hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros, decía Kafka. Si La condición animal puede contribuir mínimamente a ello, me siento satisfecha. 

¿Es este libro la cara oculta de La condición humana de Malraux?

La condición humana, de Malraux, es una excelente novela que sucede en un contexto histórico-político muy específico del que La condición animal está muy alejado.
La condición animal está integrada por doce relatos bastante diferentes entre sí, algunos son de corte realista, otros de naturaleza más fantástica; el libro está concebido con un fuerte sentido de unidad y ordenado bajo una estructura fuerte. Todos los cuentos se acercan a algún costado oscuro del ser humano, para conducirnos hasta nuestros propios miedos, inseguridades y temblores, para explorar cuándo somos capaces del amor y la ternura, cuándo del odio y el rechazo. 

Si leer estos relatos duele, ¿desde dónde se escriben? ¿también desde el dolor, quizás desde la necesidad de la defensa propia ante lo que nos rodea?

La escritura es para mí un itinerario de exploración y de aprendizaje. Escribir es mi forma de pensar y de pensarme. Creo que detrás de todo trabajo artístico hay algo que nos atañe personalmente, no quiero decir autobiográfico pero sí que tiene que ver con nuestras preocupaciones, un componente vital. La preguntas vinculadas con la naturaleza del mal o su procedencia están muy vinculadas a las historias que integran La condición animal, y son cuestiones que a mí me interesan particularmente y hace muchos años.

Todos los relatos conservan parecida extensión salvo dos de ellos. Contrasta la crudeza del más breve, apenas unos párrafos, (El mensajero) con las cuarenta páginas llenas de ternura de Nostalgia de la morgue. ¿Ha sido algo intencionado?

Entiendo que el fondo determina la forma. O así debería serlo, al menos. La historia que se cuenta en El mensajero tiene que ver con una revelación, con una epifanía siniestra, macabra; de ahí la brevedad del relato, igual a la del rayo que aparece desapareciendo. Nostalgia de la morgue es un relato moroso, porque se habla de la enfermedad, de la espera, la esperanza de encontrar la cura y de la (im)posibilidad del amor. Todos estos temas exigen paciencia y lentitud que se manifiestan en la longitud y velocidad de este relato. 

Hay dos características del ser humano reflejadas en sus cuentos. Por un lado está la violencia irracional, valga la redundancia, y, por otro, esa inevitable fragilidad ante nuestros propios temores. ¿Pertenecen ambas a nuestra condición animal o se nutren de convenciones aprendidas? ¿Y cómo se trabaja sobre ellas para plasmarlas en el argumento del relato?

No me atrevería a dar una respuesta concluyente respecto de la primera pregunta. Sí creo que parte de nuestra fragilidad deriva de nuestra conciencia de la muerte, de sabernos expuestos y a merced de muchos males.
En relación al modo de trabajar la violencia y la fragilidad ante nuestros temores en una misma historia, creo que existe una relación dialógica entre el mal cometido por un hombre y el sufrimiento padecido por otro. No ha sido muy difícil, por tanto, concebir historias que basculen entre esos dos polos. 

Además de Kafka, en alguno de cuyos textos la condición animal respira protagonismo, ¿qué otros autores están detrás de este libro?

Espero que haya muchos autores en estos relatos: soy leal al vicio de leer. Leer es una actividad más civil que escribir, le gustaba decir a Borges.
Las invasiones es un cuento que tiene cierta impronta cortazariana, a mi juicio, en lo que hace al manejo del tiempo. Leviatán, un relato que trata el tema de los desaparecidos en Argentina, tiene algunas criaturas marinas que podrían recordar a Lovecraft. También, estimo, que hay influencias del mundo del cine: Una casa en las afueras, por ejemplo, busca recrear cierta atmósfera angustiosa de las películas de Haneke. Hay quienes han visto en Criaturas algún parentesco con Los pájaros, de Hitchcock.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, cabreado tira la piedra y esconde la mano. ¿Podría esta cita improvisada acompañar a la de Juan José Saer que abre su libro?

El hombre es un animal que tropieza tres, cuatro y todas las ocasiones que se le presenten con la misma piedra. En cuanto a la segunda parte de la cita, creo que es más doloroso tirar la piedra y esconder el corazón.


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Jim & jhon