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miércoles, 3 de febrero de 2016

REVISTA LITERARIA 2016 'ENTREVISTA A ALBERTO CHIMAL' para la revista Literaturas

 


ENTREVISTA A ALBERTO CHIMAL para la revista Literaturas
Eduardo Cruz Acillona

Alberto Chimal (Toluca, Mexico, 1970) ganó el Premio Nacional de Cuento por su libro Estos son los días (2004) y el Premio Colima por Mundo fuego (2013) Ha publicado cuento, ensayo y novela. En la actualidad reside en Ciudad de Mexico, donde es profesor de Literatura y Escritura Creativa. Acaba de presentar en España su colección de cuentos “Los atacantes” (Ed. Páginas de Espuma)


1-. Hubo un tiempo en que el término “los atacantes” se asociaba a la ciencia ficción, a extraños seres venidos de lejanas galaxias con no precisamente buenas intenciones. ¿Quiénes son sus “atacantes”?
De alguna manera, podrían ser extraterrestres, podrían ser la alucinación de una mujer muy trastornada pero, en cualquier caso, mis “atacantes” son los seres que utilizan el poder sin restricciones, sin cortapisas y que atacan a quien sea con total impunidad y se mueven en el mundo sin que nadie pueda detenerlos. La atmósfera que yo quería darle a este libro era la del desasosiego, el desamparo, la impotencia ante tal impunidad, que de algún modo es la que disfrutan más de un representante de organizaciones políticas o de cárteles criminales en la actualidad.


2-. ¿Por qué la violencia como hilo conductor o seña de identidad de estos relatos?
Me atrae y, al mismo tiempo, me repele la violencia. Lo que pasa es que los cuentos los escribí en un ambiente en el cual la violencia nos rodeaba a todos allá en mi país, a partir de lo que ocurría en las calles y leía en los medios. Además es, por desgracia, una violencia muy constante, muy omnipresente, en la que a veces parece que no hay más opción que acostumbrarse. Es esa sensación de desasosiego, de desvalimiento. Es una violencia integrada en la vida cotidiana y entra dentro de la normalidad, de lo que se espera, y eso es algo muy triste y una consecuencia monstruosa de mucho de lo malo que está pasando por allá ahora. Recuerdo un amigo hablando por teléfono que se ausentó un momento de la línea y, al volver, se excusó diciendo que los niños estaban jugando en el piso de abajo, que se había producido una balasera (tiroteo) en la calle y los había traído arriba. Y lo decía con absoluta normalidad… A eso me refiero.


3-. Creo que el relato “Aquí se entiende todo” explica muy bien ese mensaje. Sería, si me permite el atrevimiento, la declaración de intenciones de esta colección de relatos. Me llama la atención que no ocupe el primer o último lugar en el orden de los relatos publicados, sino justo el lugar central. ¿Fue algo premeditado?
Sí, es algo deliberado. Sí que hay, si no una declaración de principios, ciertas claves y está en medio por juego, creo yo. Me gusta mucho jugar con el ordenamiento de los cuentos, con el índice de los libros. Este es un libro muy directo, en el cual hay mucha tensión en las tramas, en el desarrollo de los personajes y mucho de jugar con la simetría de los textos. Por eso veo natural que un texto que es significativo entre los demás ocupe el lugar del centro de todos ellos.


4-. ¿Contar la violencia, ya sea en ficción o en realidad, es un antídoto contra la propia violencia?
No exactamente, porque la literatura no sirve como antídoto directo contra ninguno de los males que denuncia, Si acaso, puede servir como influencia indirecta, como estímulo para la acción o la reflexión. Sí que hay una intención por mi parte de tratar de visibilizar ciertas sensaciones, ciertos estados de ánimo que me parecen muy propios de esta época presente. Y sí hay, también, la idea de que esto que está ocurriendo pasa como invisible a nuestros ojos, no lo vemos. Y lo que puede hacer la literatura es volverlo visible otra vez a la hora de representarlo de otra manera. Esta sensación de impotencia que se vive, y que se hace viral, frases como “no hay nada que hacer” o esa frase que he escuchado mucho en los últimos meses a algunos de mis colegas: “no le veo salida”… Y no pasar de ahí creo que es perjudicial. En ese sentido, un libro como este quiere darle la vuelta a esa inacción, a esa sensación de parálisis.


5-. Hoy en día tenemos acceso a cámaras individuales y personales, smartphones conectados con el mundo, redes sociales, nuevas tecnologías para la comunicación… ¿Hemos desbordado las predicciones del “1984” de Orwell?
Yo creo que sí. Incluso la forma en la cual se ha trastocado o distorsionado el conjunto de ideas que nos dio Orwell en esa novela es muy representativo de nuestra época. Por ejemplo, el programa Gran Hermano, que tanto éxito ha tenido,  era la reversión de la novela de Orwell, la vigilancia como placer… Creo que hemos construido un estado con ciertos tintes de totalitarismos que probablemente no veríamos ahora de no haber sido por la obra de Orwell, pero que él no tenía manera de prever. Porque parte de lo que él hizo fue introducir en el pensamiento contemporáneo estas nociones que después otros han aprovechado, distorsionado, utilizado para sus propios fines.


6-, Recientemente se ha publicado en España una antología de escritores mexicanos menores de 40 años en la que se resalta el concepto de “No generación”: no hay un elemento común entre ellos salvo la edad. Usted, que ya ha superado esa barrera, ¿se reconoce dentro de alguna generación concreta?
Yo creo que el concepto de generación es un concepto que se ha visto muy distorsionado, del que se ha abusado mucho. Porque, por una parte, es difícil acabar de agrupar a autores de un tiempo que es muy accidentado, muy cambiante y en el cual lo que parecían grandes tendencias hace diez o quince años resulta que ya hoy no tienen ninguna validez, porque hay una serie de cambios, sobre todo entre 1995 y 2012 o 2013, el cambio de siglo, propiamente, que son tremendos: desde el auge de Internet, el del terrorismo profesional, que allí estaba pero que se volvió más visible a partir de 2001... Por otra parte, está el problema de la mercantilización del término “generación”, que se utiliza más que para reconocer ciertos rasgos para vender a ciertos autores. Por eso desconfío yo mucho de ese término. Creo que por edad me tendría que haber tocado estar entre cierto grupo de escritores, para decirlo claro, que ya está prácticamente extinto, aquellos que no lograron remontar el cambio de siglo que te comentaba, pero a mí me salvó, como a otros, que tenía intereses muy diferentes a los de mis contemporáneos, y ahora creo que me siento más cercano a algunos autores que empezaron un poco antes o un poco después, que siguieron caminos muy diferentes, pero con los cuales no es que haya una cercanía constante pero sí una convergencia de intereses, de temas, de ideas. Algunos de ellos están en Mexico, a otros únicamente los he leído, pero noto que hay ciertos libros aquí (en Europa) y allá, que tienen elementos que a mí me interesan y que me resultan muy cercanos. Por eso hablo más de convergencia que de generación.


7-. Por último, una curiosidad. ¿Usted tapa el visor de la cámara de su portátil?...
¿Taparlo?...  ¿El visor de la cámara?... No se me ha ocurrido nunca…  ¿Por qué? ¿Por los famosos programas agresivos o por qué?...

Bueno, los hackers sostienen que esa es la manera más fácil de espiarnos cuando estamos conectados a redes wifi…

Vaya… Ahora voy a empezar a hacerlo y va a ser tu culpa… No se me había ocurrido… Qué horror… (Ríe)… Hace unas semanas salió un reportaje sobre un documento en el que se hablaba de cierto número de programas de acceso bastante fácil para quien los utiliza y con los cuales se puede hacer ciertas labores de espionaje en un móvil cualquiera: encender la cámara, copiar la memoria, sacar las imágenes, encender el micrófono para escuchar tus conversaciones y localizar el aparato con precisión, etc… Debería haber pensado en todo eso… 

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Jim & jhon