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viernes, 19 de febrero de 2016

127.- LA VÍSPERA DE CASI TODO - Presentación






PRESENTACIÓN EN MADRID

Víctor del Árbol conversará con
Juan Carlos Galindo, periodista de EL PAÍS y coordinador del blog ELEMENTAL
Martes 1 de marzo, a las 19:30 h., en la Librería Rafael Alberti
 (C/ Tutor, 57)

«Las novelas de Víctor del Árbol van más allá de los códigos clásicos del thriller.Impresiona la destreza con la que maneja las idas y venidas de las distintas épocas.», Le Monde des Livres 
«Un escritor genuinamente interesadoen explorar qué somos.», Lilian Neuman,Culturas, La Vanguardia 
Galardonado en Francia con el Grand Prix de Littérature Policière y el premio a la mejor novela por el Magazine Lire

***
Si necesitas más información o entrevistas, puedes llamarme al 619 719 626.  Alba Fité Navarro. 
afite@edestino.es / @albafite
Departamento de Comuniacción
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DOSSIER DE PRENSA
LA VÍSPERA DE CASI TODO

“Todos tenemos vidas que no caben en un papel
o en una instantánea, dijo Daniel”
El autor
Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) fue mosso d’esquadra desde 1992 hasta 2012, cursó estudios de Historia en la Universitat de Barcelona y colaboró como locutor en Catalunya Sense Barreres (Radio Estel, Once). Es autor de las novelas El peso de los muertos (Editorial Castalia, Premio Ti­os de Novela 2006), El abismo de los sueños (inédita, ‑nalista del XIII Premio Fernando Lara 2008) y La tristeza del samurái (Editorial Alrevés, Prix du Polar Européen 2012), traducida a una decena de idiomas y bestseller en Francia. Sus últimas obras son Respirar por la herida (Editorial Alrevés, ‑nalista en el Festival Internacional de Cine Negro de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera) y Un millón de gotas (Ediciones Destino, ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière y premiada como la mejor novela policial extranjera por el Magazine Lire). Facebook.com/VictorDelArbol.Escritor @Victordelarbol www.victordelarbol.com
Un tapiz de historias entrelazadas en una ventosa noche de mar embravecido y afilados acantilados en los confines de la Costa da Morte. Un inhóspito y desangelado paraje llamado, por alguna de esas curiosas ironías de la toponimia, Punta Caliente, en el que la humedad, el frío y la inclemencia gobiernan todo el año. Un paisaje cuidadosamente diseñado por Víctor del Árbol que, a la manera del célebre Macondo de García Márquez, no funciona simplemente como un personaje más de la novela, sino como una amplificación climática y tridimensional de las emociones y estados de alma de sus personajes.    
 Vidas que parecían ya rotas o hipotecadas de antemano por los fantasmas, las ausencias y las heridas imborrables del pasado. Sin embargo, para algunos dueños de esas vidas quizá haya –en esa noche concreta del jueves 19 de agosto de 2010 En víspera de casi todo– una segunda oportunidad. Una opción para corregir el rumbo y seguir adelante o volver a empezar, pese los errores cometidos, las fatalidades y los azares de un destino cruel, si acaso saben asumir con valentía su propia identidad, en la encrucijada de lo que cada uno realmente es y lo que quiso algún día ser. 
De eso trata la nueva novela de Víctor del Árbol, En víspera de casi todo, ganadora del prestigioso Premio Nadal 2016, y de allí su título. Una obra tan ambiciosa como lograda en la que cabe todo: el dolor, la locura, el coraje, el amor, la violencia, la esperanza… Una obra que revela a un autor de estilo inconfundible en su plena madurez, capaz de emocionar al lector, cuestionarlo y a la vez mantenerlo en vilo.    

 La novela
Una magistral novela sobre el destino, la identidad, los fantasmas del pasado y el coraje de corregir el rumbo y volver a empezar

En lo que ya parece una marca de la casa, porque le sacó el máximo rédito en anteriores novelas como las celebradas La tristeza del samurái, Respirar por la herida o Un millón de gotas, De Árbol echa mano sin prejuicios de las técnicas y procedimientos de los distintos géneros para crear una suerte de novela híbrida o mestiza que tiene tanto el ritmo de un thriller de suspenso o los mecanismos atrapantes del género negro como la profundidad de la novela psicológica o la respiración y el alcance de la gran épica.
Pero en este caso, quizá la particularidad de En víspera de casi todo sea la extraordinaria generosidad con la que el narrador barcelonés trata a cada uno de los personajes y a sus respectivas historias en balanceado equilibrio, para conformar una suerte de novela coral en el sentido original del término. Y ello hasta tal punto que resulta difícil identificar a un protagonista y una historia central. En víspera de casi todo tiene al menos tres que avanzan y retroceden en un sutil contrapunto espacial y temporal desde la gallega Costa da Morte en el verano de 2010 y Málaga tres años antes hasta la Argentina de los años de plomo de la dictadura o la Alemania de la década del 60.     
Por un lado tenemos la historia de Paola, una misteriosa mujer que llega a la costa gallega en un lujoso Mercedes descapotable de colección huyendo de un pasado lacerante. Atrás queda, en su otra vida en la que se llamaba Eva Malher, una vida acomodada en Málaga como rica heredera de un imperio empresarial, pero también un esposo de origen alemán al que no ama, la dolorosa pérdida de una hija asesinada y un camino de autodestrucción plagado de drogas y promiscuidad.
Obsesionada por retratar manos, Paola quiso en su juventud convertirse en fotógrafa, pero ahora sólo aspira a rehacerse de su propia ruina. Y eso intenta como huésped en la casa de Dolores, una introspectiva emigrada portuguesa con la que comparte muchos más pesares de los que sospecha. Pero la atracción que siente por Daniel, un joven muchacho que ha perdido a sus padres y a su hermano mayor en un incendio, quizá la exponga a nuevos peligros.
Por otro lado, la historia de Paola se cruza con la de Germinal Ibarra, un inspector de policía desengañado que conoció su minuto de gloria al resolver tres años antes el sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda, la hija que Paola tuvo en su anterior vida como Eva Malher. Pero aunque muchos lo consideren un héroe, Germinal sabe que no lo es, torturado por la conciencia de una culpa que no le da tregua. Por eso pide el traslado a La Coruña en búsqueda de un lugar apartado y de un próximo retiro. Un lugar donde refugiarse de sus propios errores, pero el destino lo llevará sin siquiera proponérselo a resolver otros dos casos de asesinato en la misma noche.
Muertes de las que el policía cree, quizá erróneamente, esté implicado Mauricio, el abuelo de Daniel, un viejo sombrerero argentino al que no queda otra familia más que el muchacho ni nada por qué luchar, a excepción de unos poemas de Gelman, cierta vieja sed de justicia que no lo abandona y su empecinada trinchera contra el olvido. El imperdonable olvido de los desaparecidos de la feroz dictadura argentina entre los que se cuenta su compañera La Pecosa. O incluso el inmerecido olvido de los rostro y las señas de torturadores y asesinos que aún siguen en libertad, por el injusto sosiego en su vejez que ello les comporta, como es el caso de su viejo amigo de infancia Oliverio Pellegrini, con el que también compartió años de juventud en Alemania, y que acabó haciendo una meritoria y atroz carrera en la infame Escuela de Mecánica de la Armada, verdadero epicentro del horror.     
Del Árbol da vida a todas esas historias –y a unas cuantas más– truncadas por el dolor, el crimen y la fatalidad (sin escatimar la dosis justa de compasión por aquellos que se la merecen y otra imprescindible dosis de esperanza) entretejiéndolas con maestría en un abigarrado tapiz, cuyos delgados primeros hilos son los de una disimulada e involuntaria investigación policial. La que lleva a cabo Germinal Ibarra sin pretenderlo cuando una mujer, víctima de una brutal paliza, a la que en un primer momento no reconoce, lo reclama una noche desde una cama de un hospital de La Coruña.

Los personajes principales

Germial Ibarra. Policía un tanto depresivo y descreído de todo que en sus días malos se introduce el caño de la pistola en la boca e intenta con todo su empeño apretar el gatillo y en los buenos, sueña con realizar algún tipo de actividad artística que de veras lo realice. El amor de su mujer Carmela no le basta para contrarrestar el malestar que le provoca la enfermedad de su hijo Samuel, que padece el raro en incurable síndrome de Williams, la cíclica resaca de cierto traumático episodio de infancia y, sobre todo, la tortuosa culpa que siente por haber matado al asesino de la Amanda, crimen del que se libró gracias al encubrimiento del abuelo de la pequeña, el poderoso empresario Esteban Malher.    

Paola/Eva Malher. Desde que fotografió las supuestas manos del Che Guevara en una aldea fronteriza boliviana cuando era joven, las colecciona con su cámara. Está convencida de que revelan más de la personalidad de cada uno que cualquier otra parte del cuerpo. Sin embargo, el mandato paterno de heredar el imperio familiar malogró su vocación por la fotografía. Acabó casada con un hombre al que no ama y el asesinato de su pequeña hija la empujó a un espiral autodestructivo de consumo de drogas, sexo desenfrenado y abyección del que casi no regresa. Las imborrables marcas de ese periodo, como el tatuaje de un Grifo en el empeine o un piercing en el ombligo, aún la avergüenzan.    
Mauricio. De operario en una cadena de montaje de Mercedes Benz en Alemania en su juventud a sombrerero artesanal en la vejez hay una buena porción de dolorosos años en los que penó en la cárcel bajo la dictadura argentina, perdió a su mujer desaparecida por los militares y luego a su hijo, su nuera y su nieto mayor en un incendio. Sólo le queda Daniel. Más que rencor o afán de venganza contra el viejo amigo de infancia que se pasó al bando de los torturadores y lo traicionó, el impulso que lo mueve es dar con la fosa común en donde se encuentran los restos de su mujer.  
Dolores. El gran error de su vida fue casarse con un hombre 30 años mayor que ella que se creía un poeta maldito. Lo abandonó en Portugal, emigró con su hija Martina a Galicia, e intentó comenzar de nuevo, pero la muerte de Julio –el hermano mayor de Daniel, con el que tenía una relación– y la inexplicable desaparición de su pequeña hija la dejaron devastada. Antes era maestra de escuela, ahora anestesia sus días con el alcohol y la marihuana, sólo la compañía de Mauricio acaso la anime un poco. 
Daniel. Con 17 años aún se orina en la cama. Las humillaciones y el cruel maltrato de su padre en la primera infancia, sumado al acoso escolar, le dejaron marcas indelebles en su carácter. Retraído, tímido e inestable, fue internado en un hospital psiquiátrico tras el incendio que acabó con su familia. Lugar del que lo rescató su abuelo Mauricio venido de Argentina. Se refugia en la lectura y en la soledad de la que quizá sólo lo pueda sacar la atracción que siente por esa misteriosa forastera de mediana edad llamada Paola.
Martina. Odia a su madre –no se sabe muy bien por qué– a la que no ve desde su misteriosa desaparición diez años atrás. Se esconde en la derruida casa del viejo faro, al otro lado de la costa, donde hace extrañas esculturas en barro de rostros sin ojos. Martina tiene mal carácter y reacciones violentas. Completamente obsesionada por su antiguo compañero de juegos Daniel, lo asedia día y noche, e incluso intenta introducirse en sus sueños para recordarle cierto episodio en el acantilado una noche de nevada.  



Algunas citas de la obra…
“–Todos tenemos nuestra historia, pero esencialmente me ciño a lo más razonable para resolver el caso. Luego procuro olvidarme. –Ella sonríe como lo hacen ciertos animales nocturnos, con cautela.”
“Martina era como el aire borrascoso de estas tierras. Estaba ahí, te gustase o no, y no quedaba más remedio que amarla u odiarla. Daniel había elegido quererla, aunque hoy no le apeteciera secundar sus juegos.”
“–Tratamos de huir de nuestro destino sin darnos cuenta que nos dirigimos hacia él –concluye ella. Ibarra se encoge de hombros.”
“Jugamos con los momentos sin ser conscientes de su fragilidad y, de repente, acabamos rompiéndolos… Al menos así lo interpreto yo.”
“¿Quién era ella realmente? ¿La que se mostraba o la que se ocultaba? Ambas habría dicho Daniel –con esa sonrisa que era la pértiga con la que saltaba cualquier dificultad–, aunque él no supiera nada de su otra vida.”
“–Usted vino desde Buenos Aires para hacerse cargo de su único nieto. Y diría que en este tiempo no se ha mimetizado excesivamente con el paisaje.”
“No hay ningún perdón que pueda satisfacer tanto como la venganza. Pero para cumplir con ella es necesario el coraje del recuerdo”.
“–No nos separarán. Tú lo dijiste: estamos cosidos a la misma piel. Somos lo mismo. Hace diez años, en el acantilado, nos convertimos en uno.”
 “Todo empieza donde otra cosa acaba. No sabe por qué le parece que esa es la canción tranquila que trae el remanso de las olas. Deja que la espuma le moje los pies. El sol brilla poderoso e invencible sobre la superficie transparente del mar.”

Han dicho sobre su obra…

La tristeza del samurái
“Una novela impactante y sórdida que va más allá de los códigos clásicos del thriller” Le Monde
“La tristeza del samurái reúne todos los ingredientes de un thriller de calidad y también de una excelente novela”. Elle
“La tragedia es shakespeariana; la construcción, digna de las mejores series americanas, compleja, sutil, manteniendo la atención del lector en cada instante”. Télérama
“Esta es una muy buena novela; robusta, compleja, llena de personajes inolvidables. Anímense a leerla, no defraudará”. Rojo y Negro
“Víctor del Árbol ha sido todo un descubrimiento.» Óscar López, Cadena Ser
“Pagarás el precio de caer atrapado en una espiral cuya trama parece escrita por el mismo Faulkner”. The Dallas Morning News
“Víctor del Árbol ocupa un lugar muy especial en las letras actuales”. El Mundo

 Un millón de gotas
“Víctor del Árbol comienza su novela con el indisimulable magnetismo del mejor thriller: esa mezcla de economía de medios, solidez narrativa y derroche de efectos destinada a atrapar al lector en unos minutos”. Pablo Martínez Zarracina, El Correo Español
“Esa es su maestría, hacer del exceso literatura”. Lluís Fernández, La Razón
“Como un delicioso milhojas, las novelas de Víctor del Árbol provocan múltiples placeres, los del folletín, de la novela histórica, del thriller. Claire Devarrieux, Liberation
“Uno de los mejores escritores noireuropeos. La impecable disposición de las escenas, la grandeza trágica que siempre, al menos en algún momento, tienen sus personajes, esos personajes femeninos, fuertes y frágiles a un tiempo, y una escena inaugural absolutamente conmovedora”. Julie Malaure, Le Point
“Una novela negra profunda y cautivadora”. Bernard Lehut, RTL

“La complejidad de la intriga, la ambivalencia de los personajes, la densidad de sus relaciones logran una novela que provoca admiración”. Philippe Lemaire, onlalu.com 

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Jim & jhon