LOS HIJOS TERRIBLES DE LA EDAD MODERNA
Autor.- Peter
Sloterdijk
Editorial.- Siruela,
Madrid
Nº Páginas.- 328
por
Ricardo Martínez
El comienzo de su planteamiento
cultural es ya bien nítida: “El ser humano es al que hay que explicar su
situación. Si levanta y mira sobre el borde de lo obvio, lo agobia la desazón
por lo abierto. La desazón es la respuesta adecuada al superávit de lo
inexplicable sobre lo explorado” Recuérdese que la palabra religión y sus
contenidos constituyen un referente muy recurrido en su discurso.
Luego, a mi entender, marca dos
señales que ‘purifican’ su inteligibilidad de la cuestión socio-moral que
afecta a nuestra civilización: “Se puede afirmar de la profunda-maliciosa
construcción de la primera falta humana
y de su ineludible transmisión por el acto de la procreación que desde
el punto de vista psicohistórico ha arrojado sobre la evolución de Occidente
una sombra cuya disipación mediante su esclarecimiento filosófico, teológico, psicológico y literario no puede
considerarse aún cerrada ni siquiera hoy” Esto es, los fundamentos de nuestras
raíces culturales son, y han de ser, objeto permanente de nueva revisión. Y
entra de lleno, aquí, en el tema de la religión: “Hoy, igual que antes, pueden
percibirse aún en el archipiélago del cristianismo las improntas del masoquismo metafísico de procedencia agustiniana, así
como de su carga de fobocracia política y enemistosidad existencial hacia el
cuerpo” Esto es, el pecado como tema de fondo, como anatema existencial y, de
algún modo, objeto de poder esgrimido por la iglesia.
¿Y cómo resumir gráficamente lo
intrincado del problema, la interrelación que aúna los problemas para generar
la confusión? Veamos: “El mundo actual se asemeja a un delta gigante en el que
corrientes de corrientes forman un hiperlaberinto de venas de agua con
diferentes velocidades de flujo”, para añadir, “El delta es el espacio en el
que se disuelve por sí misma la diferencia entre corriente y estancamiento” Un
balance bien aciago, en verdad, como destino. Así
lo refleja a modo de pesimismo pensante: “Da igual que hayan crecido durante
siglos o que fueran improvisadas ayer: las culturas concretas del delta se
hacen perceptibles como afluentes más o menos lentos, que están ya muy cerca de
derramarse en la civilización mundial homogeneizada-diversificada” Y la
conclusión, así, no podría ser por menos que preocupante como espacio de
futuro: “A causa de afluencias el océano se coagula formando una barrera
infranqueable. Delta y océano se han vuelto indistinguibles, corriente y aguas
estancadas son la misma cosa”. ¿La inutilidad de nuestra historia, tan
esgrimida hasta ahora como un bien?
Diríase que los herederos de Ciorán
sobreviven, comenzando por el propio autor, si bien hemos de recordar también
que el autor rumano, ese ‘manifiesto teórico de la sombra de Europa como
cultura’, era quien, a sí, se consideraba un optimista.
Sea
pues: estamos, una vez más, solos para decidir; ¿o para prepararnos para la
decepción?
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